Un largo camino: Memorias de un niño soldado

Pocas cosas hay más injustas que el que te roben la infancia, que te priven de la felicidad, de la libertad, que te separen de tus padres, de tu familia, de tu lugar seguro.

En “Un largo camino. Memorias de un niño soldado”, Ishmael Beah nos hace partícipes de su particular infierno durante la guerra de Sierra Leona. Un relato personal donde el autor narra, sin ocultar nada, sin adornar el drama, cómo fueron esos años de su infancia y juventud en la que le obligaron a cambiar los juegos y el colegio por las armas y las drogas.

Con una prosa sencilla, el autor no pretende crear una historia elaborada, en la que prime la forma al fondo, sino más bien todo lo contrario; quiere que el foco se centre en su experiencia, en lo que vivió él y gran parte de la población civil de Sierra Leona, siendo una lectura asequible para todo el mundo.

Sin recrearse en el horror, que debió de ser infinitamente mayor de lo que se llega a atisbar, Ishmael no se deja nada atrás, no oculta nada, tal como lo vivió, lo cuenta, y su naturalidad, su “normalidad” a la hora de expresarse es lo que hace todavía más terrible toda esta experiencia vital.

Un relato duro, triste y conmovedor, que guarda ciertas dosis de ternura e incluso esperanza, que nos acerca a un drama que a todos nos suena pero en el que, al menos yo, nos hemos parado poco a pensar.

Un libro biográfico que nos acerca a otras realidades y nos transmite la rabia, la injusticia, la vulnerabilidad y a la vez, la fortaleza, de quien lo pierde todo y lo único que puede hacer es luchar por la propia vida, aun cuando a veces lo más fácil sea abandonarse y terminar con todo.