Sinántropos

“Corto entiende al fin que hay agujeros de los que es imposible salir; laberintos de los que no se puede escapar. Ha creído ser Bruno, pero jamás ha dejado de ser Corto”. ~ Sinántropos de Carlos Bassas del Rey.

Sinántropos es una historia de perdedores. Así, claramente. A pesar de que el origen de la palabra, como dice la sinopsis, procede de la adaptación al medio creado por el humano, en este caso no hay éxito en la adaptación, o por lo menos a mi no me lo parece.

Un joven, Corto, regresa su barrio del que huyó hace diez años. Vuelve a reunirse con su pandilla y su ambiente de delincuencia callejera. Todo gira en torno a él, a unos hechos que se van descubriendo poco a poco y que tejen la tela de araña de la que Corto no puede escapar, bien porque no da los pasos adecuados, bien porque la tela está demasiado tupida; son demasiadas arañas tejiendo.

Me ha encantado la forma en la que el autor ha liado y desenredado la madeja así como la personalidad que le ha dado a los personajes, sin necesidad de entrar en mucho detalle. He podido sentir la miseria del barrio, el polvo por mis zapatillas, el aire cargado, la tristeza que rezumaba de cada esquina y de cada ladrillo, sin descripciones intensas.

Por momentos hasta he pensado que iba a sucumbir a la pena que sobrellevan algunos personajes y he deseado que todo les saliese bien pero ¿qué es salir bien en ese ambiente?¿Basta con sobrevivir o es necesario algo más? Una historia de calles sucias y de almas arrasadas que intentan justificar su existencia.

Libro leído gracias a la iniciativa #masacritica de Babelio y a Editorial Alreves que está apostando por unas historias fabulosas.