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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
27 December 2017
"Nelly tiene 25 años, vive en París, le gusta la vida tranquila, adora los libros antiguos..."

Estas son las palabras que intentan definir a Nelly en la sinopsis del libro. Sí, nuestra protagonista vive y estudia en París pero, a mi entender, son palabras que solo aportan meros datos superficiales y para nada nos dan a conocer a esta chica bretona con una personalidad complicada y profunda, que se ha enriquecido con todas las experiencias vividas desde que era una niña, experiencias que le han marcado unas veces para bien y otras, que son las más, para menos bien.

Cuando intentas profundizar un poco en su mente, descubres que Nelly es de esas personas que poseen una personalidad férrea, forjada por todas esas experiencias de las que hablo arriba y, sobre todo, por su abuela Claire, bretona de pro y mujer fuerte y audaz, como las tierras que la vieron nacer. Ella es la inspiradora de toda su vida.

Claire siempre ha estado dentro de Nelly y ha sabido interpretarla en todas sus versiones. Así pues, una vez que sus padres salieron de la vida de su nieta, a la abuela le correspondió marcar su rumbo y sus rutas, fortaleciéndola al mismo tiempo con su calor y su temperamento. Para Nelly, su abuela es su faro, la que siempre la ha animado y aconsejado... pero, a pesar de todo, nuestra protagonista tiene sus carencias, manías, fobias e inexperiencias, que le impiden madurar y avanzar en la vida del modo que a ella le gustaría.

Nelly vive en un bucle y, ya sea por las teorías que estudia o por su mera imposibilidad, procrastina su vida todo el tiempo, sobre todo en las facetas del corazón. Es una verdadera romántica, y vive conscientemente un amor platónico que alimenta con deseos, situaciones mal interpretadas y trabajos de postgrado que, si algo tienen de bueno, es que le llenan las horas, los días e incluso algún año de su existencia. Viviendo así, en su zona de confort, rumiando todo el rato sobre ella y su amor platónico, solo ve la luz cuando ese mundo imaginario choca con su realidad, esfumándose esa etérea e inexistente vida. Es entonces cuando se descubrirá (o no) todo el potencial de nuestra protagonista.

Pero, como creemos saber, para construir algo antes tenemos que tener el valor de destruir todo lo que nos impide seguir con nuestra creación y, solo cuando recibe el baño frío y duro de cruda realidad, es cuando Nelly encuentra las motivaciones para romper con toda esa procrastinación, que tanta ansiedad y culpa le aportan a su inmutable vida parisina.

Para todo lo anterior es necesario salir de su ambiente o, mejor dicho, cambiarlo. Así, de París viajaremos a la bella Venecia, que no sé cuál de las dos ciudades me gusta más. Como Nicolas Barreau nos envía a Venecia, pues con esta me quedo, aunque solo por esta vez.

A partir de su llegada a la ciudad de los canales, acompañamos a Nelly en su despertar a la vida, al autoconocimiento. al mismo tiempo que subimos y bajamos puentes, unos conocidos y otros no tanto, somos participes de ese despertar pues, como bien es sabido, no hay nada como el buen ejercicio, en un escenario único y maravilloso, para apreciar las cosas buenas de la vida y empezar nuevas etapas dejando atrás todos los pensamientos negativos... esas lastras que nos impiden madurar y, en definitiva, alcanzar esos cachitos de felicidad que todo ser humano anhela de alguna manera.

Oyendo e interpretando las señales que la vida le pone delante, vemos como Nelly es capaz de florecer y madurar, equilibrando sus percepciones con las realidades que la rodean, ya sean las típicamente cotidianas o, si queremos profundizar más, esas realidades románticas que le permitan identificar a ese amor carnal, real, que nada tiene que ver con el forjó en su mente allá en París a base de fantasías y deseos fatuos.

Nicolas Barreau construye, con un lenguaje sencillo, ágil y dinámico, una novela romántica donde encontramos buenas dosis de amor real y no tan real, casualidades casi imposibles, y unos tintes sensibles un tanto subidos.

Esto no quita para decir que he saboreado y disfrutado toda la historia todo el tiempo y en toda su extensión, y si en alguna ocasión la trama cae un poquito en la sensiblería se lo perdono por todo lo bueno que me ha aportado la novela. Creo que el personaje de Nelly así se lo pedía; era necesario y congruente para encajar su personalidad, un tanto complicada y profunda, y así poder despegar y madurar en el futuro y en sus nuevas etapas.
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