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Libro más humorístico que de invasión al uso, hecho con mucho tino; absurdo y disparatado, pero con un fondo sarcástico que intenta no dejar cabos sueltos ni títere con cabeza. ¿Qué es lo peor que le podría pasar a la humanidad? Una invasión extraterrestre. ¿Que nos conquisten, que nos esclavicen? ¡Qué va! Que vengan a dar por saco. Solamente a molestar y volvernos locos. Me ha gustado mucho que, a pesar de ser todo el libro en clave de humor, no deja de lado las repercusiones que su particular invasión marciana tendría en nuestras vidas, yendo desde el aspecto económico como científico, al espiritual, técnico, de entretenimiento y hasta a las relaciones personales. El absurdo, no solo de la premisa en sí sino del ser humano y su forma de combatirlo, rebate todas esas historias de invasiones a las que estamos acostumbrados, en las que una solución genial o contundentemente violenta acaba con el problema. Aquí hemos venido a darle una vuelta a todo esto. Lo único que me ha dejado un poco desilusionada ha sido precisamente lo que le suele gustar a muchos lectores de este libro: el final. Aún así, aunque la resolución de la historia no haya sido la que hubiera preferido, tengo que reconocer que ese epílogo final con la nota del autor mismo me ha dejado con una sonrisa y pensando "juega con nosotros hasta el final". Divertido, muy ligero (aunque disimuladamente toque temas más profundos, que nos tira a la cara como quien no quiere la cosa) y con un humor macarro de mano de los hombrecitos verdes (y del propio autor, no nos engañemos). Y sobre todo, la narración de Fredric Brown con ese toque pícaro, tan fluida y que te sale por donde menos te lo esperas. |
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