Mamá para cenar

¿Qué pasaría al reunir en una historia a un pueblo caníbal que representa el concepto de minoría social y ponerlo en una situación en la que para poder heredar la herencia de su madre fallecida deben comérsela siguiendo la tradición de su pueblo que está prácticamente extinto? Pues que obtendríamos una novela tan divertida, a la par que realista y deprimente, como es “Mamá para cenar”.

Bajo una premisa de lo más peculiar y original, el autor construye toda una sátira desternillante a la par que triste de como gestionamos nuestra memoria familiar en una sociedad en la que cada vez tiene menos importancia, así como nuestro dolor y nuestra vida cuando alguien importante para nosotros muere.

Todo esto visto a través de unos personajes que sin duda son el punto fuerte de la novela. Cada uno de los hermanos representa a una minoría y la madre es, para cada uno de sus hijos, el yugo que durante la historia de la humanidad ha castigado a esas minorías, impidiéndole ser ellos mismos y realizarse como individuos. Si a este concepto general le sumamos el caso particular de una familia disfuncional que se ve en la tesitura de reunirse y pelearse entre ellos por ver si merece la pena comerse a su madre para heredar el dinero, el autor refleja de una manera tan divertida, pero con bofetadas de pura realidad, muchos de los aspectos más intrínsecos de la naturaleza humana.

Lo que destaco por encima de todo en esta historia, es como el autor consigue fusionar un drama que concierne a unos pocos individuos (como es la muerte de una madre) y un drama que concierne a la humanidad entera (el tema de las minorías) en una sola familia, y así construir una historia divertida, a la par que dura y triste, que además de sacarte unas buenas carcajadas, te estremecerá en más de una ocasión y además te hará pensar más de lo que parece.