El rey tahúr

Carlos Aurensanz me conquistó con su novela "La puerta pintada" y posteriormente terminó de rematarme con "Hasday", una obra cuya magnífica ambientación discurre en mi ciudad, en época califal. Por eso estaba deseando leer esta nueva publicación que hoy os traigo, una novela de ficción histórica matizada con ligeros toques de misterio tejidos en torno a un pergamino maldito que se convierte en el eje sobre el que pivota todo su argumento, alrededor del cual no dejan de sucederse una desgracia tras otra y la muerte de quienes conocen su contenido.



Tudela, 1188. Nicolás es un adolescente cuya familia procede de una estirpe de canteros borgoñones dedicada a desempeñar la misma labor, durante varias generaciones, al servicio de abades, obispos y nobles. Llegaron a Tudela en un momento de máxima ebullición, pocas décadas después de la reconquista cristiana, cuando en la ciudad aún estaba todo por hacer, los edificios por transformar. de manera fortuita y mientras realiza sus labores propias como aprendiz de cantero, descubre, bajo una de las losas de mármol que cubrían el suelo del mihrab de la mezquita que se encontraban desmantelando para reutilizar en los nuevos trabajos de la colegiata de Santa María, lo que podría ser una primitiva cripta. En su interior halla una auténtica obra de arte, una arqueta tallada en marfil y decorada con filigranas de motivos vegetales, que alberga un rollo de pergamino escrito en árabe. La curiosidad propia de su edad lo lleva a comprobar por sí mismo la importancia del descubrimiento y para su traducción buscará la ayuda de Ismail, un viejo alarife musulmán que luego se convierte en su mentor en la disciplina escultórica. Por su condición de vulgar cantero, Nicolás está condenado a ganarse la vida a golpe de escoplo, sin posibilidad de prosperar, pero alberga en su interior un sueño, el de ser escultor y poder dar forma a la piedra, dotarla de vida y convertirla en una obra de arte. Lo que desconoce nuestro protagonista es que la revelación del secreto que hay en el manuscrito descubierto acarrearía consecuencias inimaginables para los reinos cristianos de la Península en general y para toda la cristiandad en particular…



Con cierto predominio de lo descriptivo sobre los diálogos, lo que puede restarle cierta fluidez a la trama, y una prosa sencilla y contundente que contiene gran profusión de términos arquitectónicos que podrían ralentizar la lectura de aquellos lectores poco versados en el tema, aunque este no haya sido mi caso, Carlos Aurensanz hace especial hincapié en las descripciones de los diferentes ambientes, sirviéndose de un narrador omnisciente para sumergirnos en las procelosas aguas de una época en la que la ciudad de Tudela se encuentra en zona fronteriza y es la sede de la corte del reino de Navarra. Sometida a las continuas intentonas de Castilla y Aragón para repartirse estos territorios, se hallaba inmersa en un periodo de total efervescencia y transformación, adaptando sus edificios para el culto cristiano, bajo una gran actividad artística.



Su argumento se articula en cuatro grandes bloques y un total de 47 capítulos más un epílogo, donde la mayor parte de sus personajes son ficticios y van a interactuar con otros reales que tienen un papel secundario, a los cuales iremos viendo madurar y evolucionar a lo largo de todo el tiempo que dura la historia. de entre los personajes reales destaca el rey Sancho VII, que si bien no llega a ser el protagonista absoluto, sí que tiene gran relevancia, hasta el punto de hacerle sombra, en ocasiones, a Nicolás. Su autor no ha querido retratar los aspectos harto conocidos que figuran en las crónicas históricas, sino al monarca más humano, un hombre de carácter introvertido, avaro, promiscuo, jugador de mal perder y hosco. Personalmente, la trama pierde parte de interés cuando se centra en este personaje histórico. al ser una novela tan extensa, la tensión narrativa se va diluyendo conforme avanza la historia y se entremezclan las distintas tramas que la conforman, mientras que el misterio no acaba de revelarse. Me ha faltado una mayor dosis de suspense.



Carlos nos seduce con un estilo propio y cuidado, con una sobresaliente ambientación, fruto de una ardua labor de documentación que contribuye a que el lector se traslade, sin esfuerzo alguno, hasta las angostas y bulliciosas callejuelas de trazado sinuoso, reminiscencia de la vieja medina musulmana, convirtiéndolo en testigo mudo del pulso entre la Corona y la Iglesia navarra y de la compleja convivencia, aparentemente en relativa calma, entre las tres culturas monoteístas de la época, sintiendo en propia piel el ambiente antisemita que reinaba en la urbe. Retrata a la perfección aspectos de la vida cotidiana de una sociedad estamental, de los avances y las nuevas tendencias en las técnicas constructivas y artísticas de un nuevo estilo, el gótico, que van a despuntar en Europa occidental, como la irrupción de la bóveda de crucería y lo que representará en las nuevas construcciones, o los ventanales de vidrieras policromadas que aportarán luz a los templos.


Estamos ante una novela de marcado rigor histórico que su autor ha logrado desgranar con un uso excesivo de datos que, si bien considero que son necesarios para contextualizar la historia, ralentizaron mi lectura en momentos puntuales. Carlos Aurensanz ha sabido conjugar a la perfección y con acierto los acontecimientos históricos con la ficción, y ha conseguido elaborar un fiel retrato social y político en una novela donde se aúnan las grandes amistades, con la venganza y la codicia.



Como a cualquier historiador del arte, me apasiona la iconografía, sobre todo la cristiana y me asombra todo el simbolismo que hay detrás de una figura esculpida en la piedra. En esta novela se pone de relieve que las escenas escultóricas son toda una lección teológica destinada al adoctrinamiento de un pueblo analfabeto, usadas para mostrar las consecuencias de sus acciones según las enseñanzas. Iconografía que encierra un simbolismo que ha de ser evidente para los fieles que la contemplan, dejando claro que todo pecador, independientemente de su estamento social al que pertenezca, será condenado. Me gustaría poder ver algún día esa dovela de la cuarta arquivolta que tanta relevancia tiene en esta novela.



Sintetizando: "El rey tahúr" es una novela de ficción histórica con leves dosis de misterio, un ritmo sosegado y tres claros protagonistas: Nicolás, el rey Sancho el "Fuerte" y la construcción de la colegiata de Santa María. Una historia de atractiva trama acerca de la perseverancia de un personaje que lo dio todo para sentirse realizado y encontrar su lugar en el mundo. Toda la acción se va a desarrollar a lo largo de cuarenta y seis años, un viaje en el tiempo que traslada al lector hasta pleno Medievo, convirtiéndolo en testigo directo del avance en la construcción de la colegiata, que pasaría a convertirse en catedral en el siglo XVIII, y su Puerta del Juicio Final, durante el reinado de Sancho VII de Navarra. Es un libro apto para los amantes de las lecturas didácticas, pero además gustará a todos los lectores de la novela histórica.
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