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Novela ganadora del triplete (premios Hugo, Locus y Nebula) en el año 1973 y favorita del autor, se basa en la conocida cita de Friedrich Schiller «Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano». En torno a ella se construyen tanto el título del libro como su estructura, en tres partes claramente diferenciadas aunque íntimamente relacionadas, cada una con su propia historia y personajes. Es un libro plagado de dilemas políticos, batallas de ego y las siempre alucinantes ideas de Asimov, con esa ciencia que, a pesar de ser totalmente inventada, está tan magníficamente desarrollada que resulta plausible. La primera parte discurre en una Tierra futura en la que, tras un colapso ecológico y financiero que reduce drásticamente la población humana, tiene lugar el descubrimiento de una fuente de energía aparentemente barata, limpia e inagotable: la Bomba de Electrones, a partir del intercambio de electrones y positrones con un universo paralelo. Pero este proceso conlleva una serie de resultados colaterales que podrían convertir a nuestro Sol en una supernova. El físico que intenta probarlo se encuentra con la cerrazón de científicos y políticos por igual, que no están dispuestos a renunciar a lo que la Bomba supone para la civilización. La segunda parte, en el paraverso, el universo paralelo que mantiene la Bomba junto con el nuestro, desarrolla este fascinante mundo con sus particulares leyes físicas y los seres que lo habitan. La tercera se desarrolla en una colonia de humanos en la Luna, explorando las posibilidades de este escenario y lo que supondrían para el desarrollo científico y la sociedad de los humanos nacidos y criados en baja gravedad, al tiempo que se resuelve el problema planteado en la primera parte. Un imprescindible para cualquier amante de la ciencia ficción, sobre todo por esa parte central que es una maravilla rebosante de originalidad. |
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