Salvar el fuego

Técnica.
Salvar el fuego es un magistral alarde de ella.

Tres distintas voces narrativas, cada cual con diferente estilo, y sobre todo, no el que el autor quiere, sino el que cada personaje necesita.

Arriaga se desdobla en cada uno de ellos, consiguiendo que hablen y cuenten directamente su historia al lector sin intermediarios.

Para conseguirlo, tres lenguajes. Epistolar en Francisco, buena cuna Marina, jerga para J.C.

Ni San Google te asiste con esta jerga, pero el autor fue hábil, todo se saca por contexto, y esto es verdaderamente difícil de conseguir. al alcance de pocos genios.
Aunque, hay que decirlo, este vocabulario hace incomoda su lectura.

Aun estando escrita en tres tiempos que describen como vivieron los hechos tres personas distintas, no queda sensación de repetición. Lo he dicho antes, técnica, y mucha.

Para rizar el rizo en esta orgía de la palabra, cada capítulo comienza con el escrito de un preso.
Ninguno tiene desperdicio.

La novela asume el riesgo de que empatizar con alguien es misión imposible. Todos tienen una justificación reprobable.

El amor entre una mujer de clase media acomodada y un preso, condenado a 50 años de prisión por asesinato múltiple rompe los moldes de lo ético y la razón. Y alrededor de la tórrida pareja la corrupción y un sistema penitenciario doblegado por ella, y los distintos cárteles mexicanos.

Escenas duras, sexo sucio, perverso, donde el tabú queda en las puertas de acceso, la única libertad enjaulada posible es la de dos cuerpos...pero a que precio.

Narrada desde el lado de los culpables, que a su vez son víctimas de ellos mismos, instinto y deseo vencen la batalla a lo meditado y conservador.

Extraordinaria novela donde los actores deambulan por el purgatorio de la culpa y su castigo.

Y por una vez un premio que a mí juicio, estuvo muy bien otorgado.

Hasta el pago en "cómodos" plazos de tu pecado, debe ser justo.