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Su vinculación con el postismo, su marcha a París desde los años 50 (donde aún prosigue) y su conocimiento de las vanguardias han condicionado su producción dramática, que ha evolucionado del teatro del absurdo al teatro pánico (fruto de su amistad con Topor y Jodorowski y de la influencia de Artaud) y al teatro bufo de voluntad posmoderna. “Pétalos de confinamiento” se estrena en Paraguay con dirección del argentino Nelson Arce e interpretado por Natalia Cálcena y Daniel Vuyk, un retrato de la visceral Sélavy escrito en pleno confinamiento por el Covid (entre abril y mayo de 2020) en el que plasma la cotidianeidad de una persona de edad avanzada en soledad, la salud mental, el abandono social que sufre. Sélavy es acusada de proteger a Guaraní y a Traductor sin papeles, considerados peligrosos por las autoridades sanitarias, quienes exigen su entrega porque estos carecen de documentación en regla. En el prólogo (no crítica) de Jean-Pierre Villan, este asegura que la pieza “es el contrapunto de un contexto desalentador por ser a la vez aterrador e imperativo”. Cierto, el contexto es desalentador fruto de la opresión administrativa (Kafka) pandémica, lo cual produce un efecto tanto aterrador como imperativo por las imposiciones gubernamentales. Una pieza con cierta dosis de lirismo, característico en Arrabal. El libro igualmente incluye el monólogo “Julieta”, inspirado por la musa de los existencialistas Juliette Gréco, amiga de Arrabal, un monólogo posmoderno puro Arrabal que solo atraerá a sus incondicionales, así como algunos poemas y tuits volanderos de los que destacaría los ditirambos. Son de agradecer las fotografías a todo color inéditas con las que se completa el libro. |
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