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¿Existe el crimen perfecto? El protagonista, discutible, de esta historia así lo cree cuando afirma que, "La perfección de un crimen, estimado público, consiste para muchos en la imposibilidad de resolverlo." Botho Boltz, profesor de filosofía, y asesino, se expresa de esta manera porque se sabe a salvo de la soga que ceñiría su cuello si la ciencia (Antropología forense) no hubiera estado en pañales en 1865, año en el que se comete el asesinato de Lene Kulm, la prostituta a la que contrató... ¿Tan sólo para matarla? Si fuera de este modo, entonces... ¿Existe, pues, el mal? "¡Demos la bienvenida por una vez a la musa oscura, a lo que conocemos como el mal! Sumerjámonos con nuestra imaginación en la anormalidad, la repugnancia y la crueldad..." Dicho y hecho. Armin Öhri plantea una historia en un contexto histórico real (de hecho, al final del libro hay un breve listado de personajes históricos citados) dónde el verdadero protagonista es un joven dibujante, Julius Bentheim, que gracias a sus dotes de observación, al más puro estilo Sherlock Holmes, y participando desde el comienzo en las investigaciones del caso, logra desenredar la trama urdida por Boltz, "versado en retórica e inteligente", para demostrar que el crimen perfecto existe. Existe y lo ha cometido él. Pero La musa oscura no es sólo una novela policíaca, en el trasfondo existe una sociedad desigual plagada de miseria y crueldad, con penosas condiciones laborales y una alta sociedad sumida en la depravación pese a la férrea tradición prusiana (o quizá precisamente por ello) que el autor ha investigado de manera concienzuda para dotar a su obra de la mayor verosimilitud. Esta atractiva propuesta fue premiada con el European Union Prize for Literature en 2014. No es para menos, es magnífica. |
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