La muerte feliz de William Carlos Williams

Esta es la reseña que por motivos personales más me ha costado hacer, ya que la lectura del libro coincidió con un acontecimiento extremadamente doloroso e inesperado que me ha dejado totalmente conmocionada como es la muerte de mi propia madre y esto ha podido crear pequeñas interferencias en determinados momentos.
Aclarado esto, todo lo que puedo decir es que se trata de un libro bellísimo en todos los sentidos.
Suelo ser una lectora voraz y crítica y éste pese a mis circunstancias me ha parecido uno de los más bellos que he leído últimamente.
Describir la trama es algo compleja, pues el libro pretende ser un homenaje al arte y sobre todo a Raquel, progenitora del poeta imaginista William Carlos Williams, ficcionando sus últimos momentos y varios pasajes de su interesante vida, junto con un pequeño homenaje al final a la madre y abuela de la autora y distintas reflexiones en torno a la muerte.
Inevitablemente te lleva a pensar en tu propia familia y sus vidas y lo poco que en realidad hemos indagado en sus vidas.
Este cruce de tramas ocasiona a veces saltos temporales dentro de un mismo capítulo puede ocasionar un poco de confusión pero en cualquier caso este es un libro para leer despacio, con pausas y paladeando su lenguaje.
Me ha encantadora la forma en la que está escrito el libro. El estilo está muy cuidado, al igual que la prosa, a la que yo calificaría de prosa poética y es que este libro es pura poesía. A ratos elegante, sugestiva, sonora, nostálgica, dolorosa pero siempre evocadora y musical. Como consecuencia de este uso del lenguaje se crea una ambientación y recreación muy certeras y creíbles(son muy interesantes la ambientación colonial en Puerto Rico o el de París en la época inmediatamente posterior a la Comuna). A ratos parece que estemos en una novela histórica, otra a de viaje, de crecimiento y otras intimista.
La edición es igualmente una preciosidad ya que junto al relato se intercalan diversas fotografías o fragmentos de poemas.
En conclusión, pese a ser un libro no muy voluminoso, de apenas 200 páginas no os dejéis engañar por su tamaño. No es un libro para leer de una sentada o de un atracón. Esto es un ejercicio metaliterario, pura literatura y no un Best Seller playero y como tal exige un ritmo más pausado, como la vida de antaño, para ser disfrutado.