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“En suma, si echo la vista atrás, toda mi vida se me antoja una composición bella, ejecutada con talento. Ahora sólo me queda no estropear el final. Y para ello es necesario morir con dignidad” ~ Una historia aburrida de Antón Chéjov. Nikolái Stepánovich es un catedrático de Medicina que repasa su vida consciente de que le queda poco tiempo dada una enfermedad que parece y que no quiere tratar. Acompañamos a Nikolái en su día a día y nos adentramos en sus reflexiones pero también en sus relaciones con sus alumnos, con sus amigos, con la familia, y con el mundo de la época. ¿El mundo de la época? A ver cómo os explico esto porque ese mundo y las quejas del propio Nikolái parecen ser el mundo actual aunque esta pequeña obra fue escrita en 1889. Así, hace referencia a los bulos de la época –“He leído que un alemán (he olvidado su nombre) ha obtenido un nuevo alcaloide, la idiotina, del cerebro humano». ¿Y pueden creérselo? Se lo creyó y hasta adoptó una expresión de respeto, como si se dijera: «¡Buenos somos los médicos!»–. A la sociedad complaciente y mediocre –“A lo largo de mi vida he visto muchos estudiantes, jóvenes científicos y muchos actores… ¿Y saben una cosa? Ni una sola vez he tenido la fortuna de encontrarme no ya con un héroe o un hombre de talento, sino ni siquiera con una persona interesante. Todo es gris, mediocre, pretencioso…”–. O a sus alumnos aspirantes a médicos que quieren rebajar el nivel de los estudios –“Si con su capacidad no consigue superar el examen, es evidente que no tiene ni el deseo ni la vocación de convertirse en médico”–. Una historia que es todo menos aburrida y que os animo a leer. |
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