Pelea de gallos

Nuestros miedos nos definen. No es al monstruo ni al fantasma al que tenemos más miedo. Todos tenemos nuestros propios monstruos reales y cotidianos, nuestros miedos más profundos. En los cuentos de Fernanda Ampuero se repite varias veces la frase “hay que tener más miedo a los vivos que a los muertos”, porque el peor miedo son nuestros temores más cercanos.


En “Pelea de gallos” cada personaje de los trece cuentos tiene sus circunstancias particulares, en las que lo cotidiano se vuelve extraño y siniestro (abusos, secuestros, violaciones, suicidio, secretos escondidos, violencia en la intimidad, la poca importancia que se le da a una vida…). Fernanda vuelve transparentes las paredes donde se esconden estos secretos para resolver los misterios y mostrárnoslos, con potentes imágenes violentas y cargadas de simbolismo, que podemos palpar con todos los sentidos —llegas a oler los tufos y las pestilencias y te apartas porque apestan.


La mirada de Fernanda es crítica sobre los estereotipos y las clases sociales, sobra los lazos que unen a las personas, sobre lo que se considera bello o normal…Cuando sales del cuento sales tocada, incómoda y perturbada, con emociones y reacciones a flor de piel. Sientes la desesperación, el abandono, la rabia, el grito que no quieres silenciar para que no se cometa eso que se explica.

No he leído de un tirón todos los relatos. Los he ido alternando con otras lecturas. Cada vez que he acabado un cuento he tenido muchas ganas de comentarlo con alguien, sobre todo con un grupo de amigos y amigas. No sé si por las ganas de cobijarme en mi tribu, por compartir un vino y muchas palabras y por poner nombre a esos miedos y quitarles poder. Y justo esto es lo que más me llevo de estos cuentos: la necesidad de enfrentar miedos, de arriesgarse —como la protagonista de mi cuento favorito, “Otra”— y de hablar sobre ellos.