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He sufrido mucho, pero he gozado más intentando encajar las piezas de este soberbio y macabro puzle tejido por el grandísimo Manuel Amaro Parrado. He disfrutado sobremanera de esta dulce pesadilla, saboreando los treces relatos poco a poco, intentando leer máximo dos por día para poder alagar la dosis todo lo posible… Desgraciadamente es un frasco pequeño que contiene un elixir delicioso y, aunque Amaro nos regale un final redondo, necesitamos más, mucho más, no queremos abandonar este mundo de pesadilla todavía… Dioses de barro sigue la estela de sus anteriores obras consiguiendo adelantarlas por la izquierda, llegando un paso más allá, verificando que la calidad de este autor sólo va in crescendo. Una narración excelsa y para nada barroca, unos personajes trabajadísimos y para nada tópicos, una aterradora historia metida en una picadora junto a kilos de entrañas, caos, niebla y desazón, vaciada la mezcla en trece oscuros cuencos y servidos como un menú envenenado en una última comida. |
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