Dioses de barro

Este librito de apenas 220 páginas podría leerse sin demasiada dificultad en dos visitas al cuarto de baño (y no sería mal lugar para hacerlo). Sin embargo yo he preferido disfrutarlo despacio, a pequeños sorbos (que dice el tópico) dejando reposar la historia ingerida antes de pasar a la siguiente. Porque aunque se nos venda como un libro de relatos, “Dioses de barro” es, en realidad, una historia contada de manera desordenada, una especie de “Pulp Fiction” literario donde las tramas, los espacios y los personajes van convergiendo de manera cada vez más apresurada.
A través de la prosa de Manuel Amaro Parrado, resuenan Poe, King, Asimov, Clarke e incluso Vazquez Montalbán. Porque Parrado es un escritor camaleónico, con muchos registros narrativos y muchas maneras de contar, capaz de mezclar detalladas descripciones con agudísimos dialogos (maravillosa la escena de la señora empeñada en entablar conversación con su silencioso compañero de asiento en un tren).
Maneja el autor un amplio vocabulario, pero nunca cae en el alambicado barroquismo cargado de epítetos que suele ocultar una carencia real de ideas, porque de eso tiene de sobra. Ideas que se van desgranando en los diferentes capítulos (me niego a llamarles relatos) sin solución de continuidad. Es cierto que los que amamos este tipo de literatura podemos adivinar alguno de los finales, venirnos arriba y pensar que a nosotros ya no nos pillan. Esto hace que la bofetada final, cuando se cierra el círculo, sea aún más dolorosa.
Amantes del terror, la fantasía e incluso la ciencia ficción. No lo dudéis. Aquí tenéis la mejor compañía para vuestro tinto de verano.