No sé si es el cuerpo, la química, lo que manda. O si es el corazón. En cualquier caso, hay muchas cosas que escapan a nuestro entendimiento y que vuelven nuestra vida del revés en un solo minuto. Decir que sí, decir que no, no decir nada. Y en ese instante todo cambia. No hace falta más que un gesto para que nuestro mundo se derrumbe o para que parezca completo. No todos entienden las decisiones que tomamos. Por qué ése y no otra. Qué necesidad hay de ponerlo todo patas arriba cuando la vida ya era suficientemente hostil por sí misma. Por qué entregamos nuestros afectos a alguien o por qué nos negamos a valorar las consecuencias del querer. Cuando dos familias se enfrentan desde el principio, es difícil que sus hijos no hereden ese odio. Aunque terminen dándose cuenta de que tras la valla que los separa, no hay más que un triste reflejo de lo que serán. |