En esta novela Selva Almada demuestra una vez más su maestría para pintar el litoral argentino, su gente, sus demonios y sus redenciones, con una pluma que de a ratos la inscribe en lo mejor de la tradición saeriana. Asistimos al encuentro entre un pastor evangélico y su hija, varados por la rotura de su vehículo, y un mecánico solitario y su entenado, quizás hijo biológico, en un taller mecánico perdido en algún lugar del Chaco. Ese encuentro, que los llevará a repasar sus vidas, sus traumas y las misiones que creen estar destinados a cumplir, cambiará sus vidas para siempre. Una novela sutil pero poderosa, donde el paisaje es también un personaje, y que es una muy buena puerta de entrada a la pluma de su autora.
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