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Crítica de LAKY


LAKY
07 October 2021
La novela comienza en París en el año 1899. Emma Lacasse es una joven escritora. Huérfana desde muy pequeña, su hermana mayor Caroline y ella fueron criadas por su querida abuela. Caroline hace años que se casó con un newyorkino muy rico y Emma no la ha visto desde entonces. Su abuela enfermó gravemente y Emma tuvo que pedir créditos para costearle el tratamiento. Ahora, muerta su abuela y sola en el mundo salvo por su amante el pintor Claude, las deudas la asfixian y, de seguir así, va a perder la casa familiar.

Caroline siempre se ha negado a prestarle ayuda pero Emma lo tiene que intentar por última vez. Y esta vez sí, Caroline le dice que pagará sus deudas si da clases a su hija, Isadora. Esta es una joven que va a ser presentada en sociedad y Caroline quiere que Emma le de esa pátina de glamour francés que su hermana Emma derrocha por todas partes. A Emma no le queda más remedio que aceptar y se traslada a la casa de su hermana en Nueva York.

La familia de Caroline es una de las más ricas de la ciudad y, sin embargo, no es aceptada en todos los lugares por ser “dinero nuevo” y por carecer de título. Pero Caroline es mucha Caroline y a ella no le basta ser una de las personas más importantes de la ciudad: tiene que ser la “más” importante y si para ello ha de desbancar a los Rotschild o a quien quiera que se le ponga por delante, lo hará sin que le tiemble el pulso.

He disfrutado mucho con esta novela que nos traslada a París y a Nueva York de 1899. París me parece una de las ciudades más fascinantes del mundo y más en aquella época. Igualmente, Nueva York en aquellos años tenía una libertad y una forma de vida que no se veía en ninguna otra parte. Actualmente, creo que las distancias entre unas ciudades y otras, entre países y culturas ha disminuido pero en aquella época, finales del siglo XIX y principios del XX,, las diferencias eran abismales. La autora se sitúa perfectamente en el contexto y nos muestra dos formas muy diferentes de vida. Por un lado tenemos el París más bohemio y glamouroso. Emma es escritora, su amante pintor y los amigos de la pareja se mueven también en esos círculos. Unos círculos libres e independientes que permitían, por ejemplo, a una mujer tener abiertamente un amante y vivir con él sin casarse. En Nueva York, en cambio, subimos un peldaño más en la escala social para trasladarnos arriba del todo: al escalón de la alta sociedad newyorkina que es como decir la alta sociedad mundial. La autora nos muestra las diferencias de clase, ya no sólo con las clases más bajas, sino entre la misma clase alta. Porque no es lo mismo ser un Vanderbilt o un Rotschild que un hombre podrido de dinero como el marido de Caroline pero sin un pasado familiar –o un título- detrás. La autora nos muestra una clase alta podrida en la que la apariencia es todo y en la que en una fiesta se podían gastar el dinero que no ganaba una familia pobre en todo un año. Y es que no todo el mundo vive como la familia de Caroline; al contrario, en aquella época había mucha emigración y América no paraba de recibir emigrantes italianos, irlandeses, etc… que malvivían en condiciones casi infrahumanas. Además, no sólo nos muestra una sociedad falsa y asentada sobre la base del dinero sino también corrupta y miserable.

No es una novela histórica pero sí una novela muy bien situada en su contexto histórico. Una novela que nos muestra la forma de vida en París y en Nueva York (sobre todo en esta última) y que nos da, aquí y allá, datos sobre acontecimientos y personas reales. Es la que se conoce como Edad Dorada (Belle Epoque en Francia, época victoriana en Inglaterra) y que sólo fue dorada en su superficie o para algunos.

La novela se estructura en treinta y cuatro capítulos de extensión media. Es la propia Emma, protagonista indiscutible de la novela, la que nos va contando su historia en primera persona. Lo hace con un estilo elegante y distendido, cuidado y agradable de leer. Con una adecuada combinación del diálogo y la narración, la lectura resulta sencilla y fluida. Su personaje está muy bien desarrollado y, como los demás de la historia parece real. Es una persona con la que resulta muy fácil empatizar, ya desde el primer capítulo te pones de su parte. Igualmente me ha gustado su sobrina, Isadora. Por el contrario, he odiado profundamente a Caroline, un ser repulsivo que da tanto asco como pena en realidad.

Conclusión final

Leer a Belinda Alexandra siempre es un placer. En esta ocasión me he encontrado con una novela sobre historias familiares muy bien ambientada en París y, sobre todo, en el Nueva York dorado de finales del siglo XIX y principios del XX. Con una narradora protagonista fascinante, la historia está bien desarrollada y deja un muy buen sabor de boca.
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