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Crítica de Gemmaentrelecturas


Gemmaentrelecturas
25 November 2021
No hace mucho, alguien me aseguró que era más fácil hacer reseñas de buenos libros, yo, en un principio, pensé, sí, luego me di cuenta que con los libros de Alejandro Palomas quiero contar tanto, dejar constancia de tantas impresiones que la reseña se complica, porque no es cuestión de sintetiza, podría decir, esta novela va de sueños y duelos mal resueltos, pero se queda corta, muy pobre. 

Conozco la hora trémula y con esta frase se me encoge el alma y se me cierra la boca del estómago, yo sé lo que es el contacto de una mano que te aprieta cuando se va, yo lo sé. Y, junto a todo este mar de emociones y sentimientos revueltos, escuché la voz de Alejandro con esa sensibilidad y esa ilusión esperanzada de que la vida puede cambiar...,ay, se abrió un torrente de lágrimas incontrolables, no pude mantener a raya ni alzadas mis barreras, necesité empaparme de la pena de ellos y observar la mía. Fue un encuentro increíble. 
«Ver morir a quien quieres es también morir un poco».
Cuando se deja de soñar se acaba el sentido de la vida, en una sola frase el resumen de esta novela maravillosa, pero ¿qué he leído de este autor que no me haya gustado? Nada, porque siempre me deja una resaca literaria que durante días me acompaña, sus lecturas dejan poso y grandes reflexiones de la vida, como esta en el personaje de Susi.
Parece que hay una edad para arriesgar y otra para esperar a que el tiempo pase, pero Edith se niega a que este sea su día a día, esperar sentada, irse con su hija Violeta que busca culpables para sus pensamientos erróneos.  
 
«Somos sobre todo la suma de nuestras renuncias».
 


                No voy a decir que soñar sea más importante que respirar y comer, pero una persona que deja de tener sueños, proyectos, aspiraciones, deseos, tiene que analizarse y ver dónde está el problema, porque lo hay. ¿Qué deseamos con todas nuestras fuerzas? ¿Qué desea Jon, Edith o la propia Susi o Violeta? Cuando renunciamos a todo esto, estamos vacíos, resentidos como Violeta. Son las pequeñas metas que se van logrando lo que salpican nuestra vida de sentido, lo que nos motiva y da esos instantes de felicidad tan escasos y buscados.
                Nadie va a creer en los sueños de otros, a no ser que compartan un interés común, por lo tanto, si no luchamos nosotros por ellos, nadie lo hará. Eso lo sabe muy bien Edith, quizá porque lleva mucho tiempo viviendo a la sombra de los sueños de otros, los de Andrea, sus pensamientos y manías, pero antes estuvo a la sombra de su marido y su mal caracter.
 


«Hola, soy Jon y soy tartamudo, aunque solo tartamudeo cuando tengo pena, y nunca con los niños ni con los animales.»
 
                En esta novela la fragilidad humana y animal está representada en la figura de Jon y Susi, que comparten las mismas carencias, quizá por eso entre ellos hay ese vínculo que los convierte en seres de la misma manada. La tartamudez como bloqueo psicológico, los altos niveles de estrés y la ansiedad, nadie le dijo que su padre había muerto, ¿cómo iba a ser así si era su cumpleaños? Dejó de llamarse Jonás para ser Jon, un antes y un después. Mer y Jon se vuelven piña, la madre se diluye entre ropas negras y silencios. Llegan las palabras que no arrancan. Luchar para conseguir la fluidez de la palabra, es una lucha inútil, frustrante y contraproducente, la velocidad, la bicicleta que luego será moto, la válvula de escape de esa tensión convertida en pena. Fascinante lectura de grandes personajes con muchos matices. 
 
«Susi estaba privada de libertad, pero eso no la hacía débil».

 
Esta novela no solo va de sueños, va de duelos, de mentiras para engañar al alma, de tiritas que ponemos para que no duela. Todos nos engañamos, todos mentimos y todos necesitamos pertenecer, el ser humano es sociable, necesita una familia, una sociedad o un club de lectura, necesitamos sentir que contamos para alguien, como por ejemplo para una elefanta, Susi. Esta novela va de relaciones humanas.
 
«La pena ocupó el espacio del hambre».
Ayer fue el encuentro lector con Alejandro Palomas, una reunión emotiva donde los sentimientos estuvieron a flor de piel, porque así son sus novelas, ahondan en lo más profundo del ser humano, en sus sentimientos y relaciones. Lloré mucho, ya lo veréis en el vídeo que colgará Pepa en Youtube, «Me da vergüenza ser tan frágil y me da miedo que duela tanto». Una terapia, porque leer es terapéutico, sirve para procesar emocionalmente las emociones, para no sentirnos solos en la maraña de la mente, para ver un camino, aunque no sea el nuestro, para sentir que otros lo lograron y nosotros no seremos menos. Nos expresamos abiertamente, en mayor o menos medida nos vemos reflejados en algún personaje o en todos ellos, por eso cuando llegas al final de la lectura, el alivio se hace palpable en sus frases, que son cientos las que subrayé, la vida no se acaba hasta que llega el último aliento.  
«Que mal callamos las cosas y que poco sabemos preguntar». 
 
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