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La Magia existe, aunque algunos la llaman prodigio. Los prodigios están prohibidos en Europa, pero en un lejano pueblo del norte siguen existiendo… Costa Alcalá son un lugar seguro al que volver. Sus personajes no fallan: están trabajados y tienen personalidades variadas, yendo desde el más canalla hasta el más serio; El lamento del hielo no es una excepción. Es imposible no identificarte con ninguno de ellos, los he adorado. Todos evolucionan muchísimo, y Hemming me ha generado constantemente sentimientos de todo tipo. Además, en este libro (y en los que le preceden) han construido un mundo de fantasía maravilloso, repleto de magia y criaturas. Me ha gustado el cambio de ambientación que le han dado: pasamos de la Europa y las Américas de la época colonial a un lugar repleto de hielo, pieles y dioses nórdicos. El estilo es de esos que pueden parecer pausados, además de que te introduce suavemente en la ambientación, pero cuando te das cuenta te has ventilado cien páginas de una sentada. Tampoco se nota que está escrito por dos personas, y es que Costa Alcalá se complementan a la perfección. A pesar de existir dos líneas temporales que se van intercalando, no cuesta demasiado habituarse ni diferenciarlas. Además, estas dos libras temporales van perfectas para el desarrollo de la trama, llena de giros. Puedes comparar cómo pasa el tiempo a través de los personajes, y te van dejando miguitas de pan que dan lugar, poco a poco, a la revelación de ciertos misterios. Los autores han conseguido el tono más adecuado para la novela: te introducen en la ambientación de una forma lenta y pausada, pero que hace que te leas cien páginas del tirón. El lamento del hielo es el más fino de los que componen este universo y el que más diferente me ha parecido. Lo he disfrutado un montón por las maravillas que hacen Costa Alcalá con el estilo y los personajes, además de la edición tan preciosa de Nocturna. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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