Vida de un idiota y otras confesiones

Si Akutagawa hubiera vivido en la Francia de Paul Verlaine, y hubiera sido poeta, no hay duda que éste lo hubiera incluido en su libro Los poetas malditos, acompañando a Mallarmé y Rimbaud. Lo tenía todo para ser considerado, ya no un escritor maldito, si no un ser humano maldito, maldito desde antes incluso de nacer.
Concebido por unos padres con unas edades consideradas de mal agüero (treinta y tres años la mujer, cuarenta y dos el marido) para el futuro vástago tras la pérdida de una primera hija, sus progenitores al nacer le abandonaron, siendo adoptado, temporalmente, por un amigo del padre, y posteriormente pasando a formar parte de la familia de un tío tras comprobarse que su madre, aquejada ya de una locura incipiente, era incapaz de cuidar de él. Locura, abandono, angustia, rechazo.
No es de extrañar que el Akutagawa escritor plasme en sus obras la angustia vital, el desengaño, la incomprensión ante el ser humano, la falta de delicadeza, la ausencia de belleza o ternura. "La vida es una olimpiada patrocinada por un grupo de locos", llegó a decir. Y toda esa incapacidad de comprensión la plasmó de manera soberbia en su obra, cargada de una sensibilidad extraordinaria y ácido humor.
Los relatos reunidos en este libro son de su última etapa (1923-1927), salvo el primero de ellos, Las mandarinas (1919) incluido, según cuenta Carlos Rubio en la introducción, por ser una narración más personal y predecesora de las andanzas de Yasukichi (alter ego del escritor) un profesor de inglés en Yokosuka en la Escuela de Mecánica Naval de oficiales, como él mismo lo fue.
Los siguientes relatos (Al borde del mar, Registro de defunciones, Engranajes) son un viaje de aproximación a la decadencia, al desconsuelo, con referencias sin ningún tipo de sentimentalismo a sus padres, y con la idea de la muerte más presente cada vez. Hasta llegar al último de los relatos, el que da título al libro, Vida de un idiota, que es su obra final, un repaso por momentos de su infancia, su matrimonio, libros que ha leído, expresa su veneración por Soseki, el recuerdo de personas que formaron parte de su vida mientras el, atormentado, se desintegra como ser humano.
Se ha incluido también la nota de despedida enviada a su amigo Kume Masao. "He visto, amado y entendido más que los demás. Entre todo el sufrimiento acumulado, eso es lo único de lo que puedo estar satisfecho".
Ryunosuke Akutagawa se quitó la vida el 24 de julio de 1927, tenía treinta y cinco años.