He leído que no mueren las almas

Hablar de Anna Ajmátova (1899-1966) es imposible sin hablar de tragedia ni de persecución política, su primer marido fue fusilado, su hijo fue encarcelado y en varias ocasiones deportado a Siberia y así podríamos seguir enumerando las tragedias que fueron constantes en la vida de esta mujer.
Ahora en su poesía está reflejado todo este dolor, en especial en Requiem, poema que surge de la experiencia de ir día a día a conocer la suerte de su hijo una de las veces que estuvo preso. Ella misma dice que el poema surge a instancia de una conversación que mantuvo con una mujer mientras hacían la fila frente a la cárcel, es más dedica el poema a las mujeres que compartían su desgracia
Requiem es considerado de los mejores poemas rusos del siglo XX.
Su poesía está cargada de dolor, de desesperanza, al punto de decir.
Su poesía es también un clamor contra la tiranía y contra el régimen de terror al que se vio sometida Rusia y es a la vez un homenaje a su gente a su capacidad de resistencia .
Su poesía es también un clamor por la libertad, Anna clama en contra de la tiranía.
Su poesía es fuerte, desoladora, cargada de sentimientos, en ella está constante presente la presencia de la muerte, de la sensación de perdida, de dolor.
De todos los poemas hay dos que me gustaron mucho, uno es Crucifixión en él se recuerda la imagen de María doliente al pie de la cruz, en que el crucificado consuela a la madre que lo sobrevive.