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Crítica de Ros


Ros
09 March 2023
Una gran lectura que realicé hace tiempo, pero es impactante y muy interesante. La autora lo dejó en un sobre, avisando de que no fuese abierto hasta el verano de 1952, ya que contiene la historia de las mujeres del pueblo de Voix . Y su hija mayor, así lo hizo.

El título elegido por la autora para su obra, es tremendamente directo sin dejar la menor duda del género del que se habla, título nada ambiguo, conciso, breve y absolutamente telegráfico.

Me acerco al contexto de la historia de la novela para señalar una guerra, otra más, todas son iguales, y en su particularidad, distintas.

Esta guerra tendrá un motivo para comenzar, todas lo tienen, todas lo portan como escudo añadido a su bandera.
Todas lo libran partiendo de algo fútil, para ir trascendiendo a una madeja enmarañada y gigante que no lo tiene.

En esta ocasión, contra Luis Napoleón Bonaparte en febrero de1852, tras haber perpetrado un golpe de estado contra la república francesa, la revolución, la constitución y su pueblo.

Un pueblo que no quiso inhibirse, que se revolvió y reveló contra la afrenta del que será, Napoleón III.
El pueblo eligió como símbolo el humilde y perfumado tomillo, el rey la bandera.

El libro señala un pueblo concreto en la Provenza francesa, su historia será perseguida para ser contada por Violette, hija de un alcalde constitucionalista que apoyó la revolución y que el destino fichó de inmediato para encabezar la mórbida lista de los que iban a morir primero.

Pasado el tiempo las mujeres y los niños quedaron como únicos pobladores de las ciudades, pueblos y aldeas.

Todo espacio habitable en su orden urbano de calles, plazas, iglesias, mercados y domicilios fueron poco a poco quedando como desiertos sin hombres. ¿Qué les ocurre a las mujeres enfrentadas a semejante coyuntura?

Las mujeres que carecían de certezas respecto a si sus hombres volverían o no, vivían y persistían en su vivir cotidiano sin hombres.

La mujeres sin sus hombres llegaban a percibir en el viento del Mistral cuando sonaba, que les traía el olor de sus cuerpos, pero solo era nostalgia y deseos arrebatados a la cordura y el pudor, porque el mistral solo traía mistral.

La vida, para ellas iba atropelladamente quedando muda de la voz de sus hombres, indecentemente muda del jaleo de los hombres, del lío hermoso de la vida del todos juntos.

En este pueblo de vencidos, ya antes de que la guerra hubiera repartido los títulos de perdedores y vencedores, la contienda había difuminado las potentes huellas de sus hombres.

Las de las mujeres, que solo soñaban con volar hacia sus esposos, novios, hijos o hermanos, no corrieron mejor suerte, se hicieron volátiles y evanescentes, que era otra forma de ir desapareciendo de su corporalidad.

En el pueblo las mujeres solas, las mujeres sin hombres, estrictamente sin ellos, pretenden sin conseguirlo, amagar, ensordecer, empequeñecer hasta hacerlo desaparecer como polvo en el camino, el terror que sienten con solo pensar que sus hombres no volverán, para hacerlas nacer mujeres cada día al despertar.

Las mujeres sin hombres se pierden en un gris oscuro y una noche negra ciega de astros.

Se hacen preguntan estas mujeres, se dan respuestas, quieren soñar y lo hacen con dificultad entrecortada.

Piensan que puede llegar un hombre y que lo reparten entre ellas a partes iguales, a la manera que se trocean y se reparten las raciones de una dulcísima tarta.

Atienden al placer carnal que les podría regalar esa presencia viril , sueñan con su fuerza estrechándolas hasta anunciarse un tic-tac del corazón desbocado y a punto de extinguirse en su propio fuego.

Y el hombre llega un día, el que ha sido tan soñado tan presentido, tan violentamente deseado, el hombre aparece como una figuración por determinar, el hombre se va haciendo carne con huesos cuando la lejanía se va perdiendo.

El hombre solo se puede transformar para las mujeres solas en todos los hombres, el hombre despierta las miradas y las dirigen a él.

La principal función de este hombre será la de engendrar hijos en el vientre de cada una de ellas. Este varón es plenamente consciente de la función que ha de desempeñar, será el semental de esta lista de mujeres.

la guerra termina, otros hombres regresan. Los hombres que irán llegando cubren con sus pisadas los caminos, los tapizan de olor y fuerza y anidan el final del crepúsculo de las mujeres sin hombres.

Marine Francen , dirigió una película titulada “La mujer que sabía leer” basándose en este libro, yo la he visto y es buena.
Por analogía se podría visionar también otra gran película cuyo título es “El seductor.

Para que la noche no se quede noche sola, hay que convocar al amor.
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