El hombre semen

Cuando me obligaron a leer este libro lo único que rogué, amén de que el altísimo nos asistiera, es que la cosa no salpicara.

Con semejante título, lo lógico es que me aparte y cuanto menos, esperar un contenido frívolo.

Sobre esto último, en la Francia de Balzac, Hugo, Dumas y compañía...tal vez así lo pensaran los más eruditos que, en todo caso, no tuvieron la ocasión de juzgarlo, pues la autora solicitó que se publicara 50 años después de su muerte, vaya usted a saber la razón.

Asumo el riesgo de despejar dudas, pues lo que estoy seguro que nadie se atreve a intuir es que la prosa de esta desconocida Violette Ailhaud, está a la altura de sus contemporáneos anteriormente citados, incluso diría, mejor que primero y tercero.
Es más. En un doble o nada de mi osadía, me asombra verla tan cercana a la profundidad y desgarro de don Víctor Hugo.

La "frivolidad" producto sólo de mi imaginación e intuición versa sobre el enfoque que da la escritora a la ausencia del hombre en los pueblos durante la guerra. Ni sostento, ni protección, ni compañía.
Deseo y vientres vacíos. Que en el siglo XIX, era pecado original donde solo la mujer era declarada culpable.

Lo que sí rogaría a grandes literatos como Maxwell, la James de Grey, o creadores de títulos como átame, siempre tuya, deséame o métemela por la oreja ( este último sale en Navidad) es que leyeran el erotismo de Ailhaud y fueran conscientes de la enorme distancia que les separa. Simplemente embriaga y envenena sin sordidez, con la elegancia de la palabra bella y cristalina.

Me faltaron páginas, el relato es corto, y a poco de comenzar, verbo, conjugación, matices y suspiros me tenían subyugado. ¡Átame! ¡Cuéntame lo que quieras! ¡¡Susúrrame por la oreja!! Esos fueron mis esdrújulos aullidos ante la percepción sensorial de su divina escritura.

Que nadie se llame a engaño, no es un cuento erótico festivo, es un texto intimista, de ausencia, de espera y...el resto lo tendrás que descubrir tú.