La última carta: El club de Posdata: te quiero

Cuando leemos una secuela siempre tenemos miedo de que no llegue a la altura de su primera parte y más si esta terminó con un final más que cerrado.
La primera novela con la que Cecelia Ahern se dio a conocer, P.D. Te quiero, se convirtió, hace ya muchos años, en una de mis novelas favoritas.
Romántica, triste, dura y muy emotiva, esta autora irlandesa me enamoró por completo con su prosa y con su sensibilidad para tratar un tema tan difícil como el duelo.
Ni su adaptación cinematográfica me pareció a la altura del libro, por lo que, cuando me enteré de que iba a sacar una segunda parte, me debatí entre la curiosidad y el miedo a que empañara el buen recuerdo que guardo siempre de esta historia.
Afortunadamente, ha aprobado y con nota y me ha encantado volver a reecontrarme con Holly y saber de ella tantos años después.

La novela empieza siete años después de ese viaje que inició Holly con las cartas de despedida que le dejó su marido después de su muerte.
Con un trabajo en la tienda de su hermana Ciara y en una relación estable con Gabriel, Holly cree que por fin ha superado el duelo y que su vida vuelve a seguir hacia adelante.
Hasta que su hermana la convence para participar en un podcast en el que hable sobre esas cartas la ayudaron a superar la muerte de Gerry.
Es entonces cuando conoce a un grupo de personas que se han inspirado en su experiencia para crear un club y dejar a sus seres queridos sus propios mensajes de despedida, para lo que necesitan su ayuda.

Cecelia Ahern vuelve a escribir una novela llena de sensibilidad, realismo y crudeza.
Esta vez nos presenta a un grupo de personajes, con vidas completamente diferentes que en una situación normal jamás se hubiesen conocido, pero que están unidos con un objetivo en común, dejar esa carta de despedida perfecta para sus seres queridos.
Ha sido duro y angustioso conocer sus circunstancias y ver por lo que están pasando.
Si hay algo por lo que destaca Cecelia Ahern es que plasma magnificamente la pena, la frustración, la ira, el miedo a la muerte y a ser olvidados, pero también la esperanza y la ilusión de vivir un día más.
Todos ellos, además, lidian con sus propios sentimientos y encaran sus enfermedades de manera completamente diferente.
Son personajes muy reales y auténticos, con lo que resulta muy fácil creértelos y conectar con ellos, pero hay que hacer una mención especial para Ginika, una chica que conseguirá robar el corazón de todos los lectores.

Aparte del viaje personal de cada uno de los integrantes del club, está el de la propia protagonista, Holly, que debe volver a revivir todo aquello que creyó dejar atrás.
Conocer a todos los miembros e involucrarse en sus planes pondrá patas arriba la estabilidad que tenía y tendrá que replantearse muchas cosas y combatir sus propios demonios: la sensación de culpa por seguir adelante con su vida, el volver a sumirse en esa sensación de pérdida, dolor y tristeza y la duda de si podrá volver a vivir un amor como el que experimentó con Gerry.
Ayudarles supondrá crecer y madurar de muchas maneras, aprender de ellos, de sí misma, de las cartas y lo que significaron también para Gerry, hacer las paces consigo misma y aceptar que ese duelo es una parte de ella que jamás dejará atrás.
Y, por supuesto, descubrir que puede sacar muchas cosas buenas de una experiencia tan horrible.

Volvemos a tener una lectura ágil, pero a la vez lenta, en la que la autora profundiza en los nuevos personajes, en los antiguos, en sus vidas, sentimientos, hay flashbacks que darán más información sobre el antes y el después y la evolución de todos ellos es más que evidente.
Es una historia que emociona y te hace reír y llorar a partes iguales.
Además, trata otros muchos temas aparte del duelo, la muerte y todo lo que ello conlleva, como son el amor, la familia, la comunicación, la maternidad, la amistad, el perdón...
Su prosa es muy cuidada y está llena de sensibilidad, emoción y madurez, se nota lo mucho que la autora ha crecido, tanto personal como profesionalmente.

La última carta ha sido una montaña rusa de emociones, una continuación quizá de primeras no necesaria, pero sí muy interesante que plantea nuevas cuestiones y, de nuevo, escrita con la delicadeza que la caracteriza, poniéndote en más de una ocasión el corazón en un puño y las sentimientos a flor de piel.
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