Todas las estrellas del cielo

Liv solo tiene 6 años cuando se queda sola en el mundo con su hermano Tommy, que es apenas un bebé. El pequeño sufre de asma y Liv tiene que protegerlo a toda costa. En el hospital, se cruza en el camino de los hermanos Mar, una médica que ve más allá de la actitud desafiante de Liv y les ofrece lo que siempre quiso: un hogar para ella y para su hermano.

Mar y Simon, su marido, los adoptan y, poco a poco, van construyendo una familia, aunque el camino no será fácil. Mientras tanto, Liv se enfrenta a la soledad de una niña en un lugar nuevo —una pequeña localidad inglesa— donde no conoce a nadie. Gracias a los amigos de sus padres, podrá ponerse en contacto con niños y niñas de su edad, entablando así sus primeras amistades.

Es así como conoce a Amy, Ellie y Cal. Aunque no siente gran afinidad con ninguno de ellos, con Cal choca continuamente, pues tienen personalidades muy opuestas. Con el tiempo, los cuatro se hacen amigos, aunque la tensión entre Cal y Liv nunca llega a desaparecer.

Van creciendo y descubriendo sus intereses, qué les motiva y a qué querrían dedicar sus vidas. En el caso de Liv, descubre el boxeo y todas las posibilidades que le ofrece; Cal, por otra parte, necesita de un deporte en equipo, más acorde a su personalidad.

Estos cuatro amigos van forjando sus caminos y Liv siente que ya ha encontrado su lugar en el mundo. ¿Podrá hacer un hueco en su vida para alguien que siempre ha estado ahí pero al que nunca ha considerado más que un amigo?

Todas las estrellas del cielo es una novela compuesta por 35 capítulos de longitud media, además de un prefacio y un epílogo. Todos los capítulos están introducidos por el año que se está viviendo en la historia. Normalmente, cuando son episodios tan largos hacen que mi experiencia con la lectura sea más pesada, pero en este caso, en el que hay capítulos que hacen referencia a todo un año, tiene sentido que sean así y no me ha supuesto ningún tedio.

La historia está escrita en tercera persona y en pasado —tanto desde el punto de vista de Liv como el de Cal— y la trama avanza de forma cronológica desde 1998, momento en el que Liv y Tommy son adoptados.

El ritmo es constante y pausado, no hay ningún momento en el que se acelere ni pierda fuelle. al tratarse de una historia que te cuenta año por año la vida de los personajes, no es necesario que se vuelva ágil para que el lector gane interés. de hecho, la magia de esta historia se encuentra en que ves a los protagonistas crecer y les coges cariño en el proceso.

La pluma de la autora me ha encantado: sencilla, fresca y con unos diálogos dinámicos. Cecilia ha sido capaz de hacer conectar al lector con sus personajes, pues les acompañamos a lo largo de su vida y los vemos madurar frente a nuestros ojos. de este modo, sabemos de primera mano acerca de sus miedos más profundos, sus aspiraciones, sus relaciones...

He de apuntar que la narración es en español latino —aunque esto no suponga ningún problema— y en las primeras páginas tienes que acostumbrarte a la forma de hablar de los personajes y a sus expresiones coloquiales. Pero, reitero, este hecho no dificulta la lectura ni mucho menos

Una de las cosas que más he disfrutado de la trama ha sido lo bien desarrolladas que están todas las relaciones: las familiares, las de amistad y las románticas.

La familia es clave en esta historia, sobre todo en el caso de Liv y Tommy, que no tenían ninguna y la construyen junto a sus padres adoptivos. de hecho, gracias a ella Liv conoce a sus amigos y encuentra su lugar.

La amistad que se forja entre cuatro niños va madurando con ellos con el tiempo y es muy interesante ser partícipe de cómo se relacionan y cómo de importantes son los unos para los otros. También me ha encantado de ellos que se dicen las cosas a la cara, no se andan con medias tintas. Son sinceros los unos con los otros y saben pedir perdón y hablar las cosas cuando corresponde.

En cuanto a la relación amorosa principal, es de las lentas, las que más disfruto. A parte de que comienzan con muy mal pie —sus personalidades chocan muchísimo—, conforme van creciendo, esa tensión se transforma en deseo. Además, lo malo —actitudes tóxicas— se reprende y se reflexiona, aspecto que siempre tengo mucho en cuenta al leer sobre amor.

En la historia tiene mucho peso el deporte. Yo, que no entiendo mucho del tema y no me interesa especialmente, me he visto inmersa en una trama donde es una forma de superación personal, de alcanzar metas y demostrar tu valía. Me ha encantado que la protagonista femenina practicara boxeo, y no solo de forma puntual, sino que es un aspecto fundamental en su vida y en lo que se defiende muy bien. Aprovecho para destacar el mensaje feminista que se puede entrever en toda la novela.

Como punto negativo mencionaría el final, que me ha gustado pero se ha centrado demasiado en los protagonistas. He querido saber más sobre los personajes secundarios, de los que sí se nos van dando retazos durante la historia. Ojalá esta falta de información sea porque no es una novela autoconclusiva y la autora escribirá también sus historias (soñar es gratis).

Los personajes no son perfectos pero aprenden de sus errores y los subsanan con el tiempo. Esta es una de las ventajas principales de que la novela transcurra a lo largo de tantos años, que les conoces desde que eran pequeños hasta que han madurado ya.

Liv es una protagonista maravillosa. Desde su personalidad, luchadora y fuerte, hasta su capacidad de empatía a pesar de ser muy reservada (hasta que la conoces). Cal, por otra parte, es muy extrovertido y le encanta estar con la gente. Poco a poco se va dejando entrever que hay mucho más allá de lo que todos pueden ver a simple vista. En estas personalidades opuestas radica lo bonito de su relación, pues se complementan a la perfección. Además, no son solo buena pareja, sino también unos grandes amigos.

De los personajes secundarios, Amy ha sido mi favorita. Es la tímida de sus amigos y siempre está luchando contra su baja autoestima. Su relación con Cal, sobre todo, es de las más bonitas en la historia. Justo por ser polos opuestos, funcionan muy bien como amigos (además, Cal es la persona más dulce cuando está con ella). Con Ellie me ha costado un poco más empatizar, pues es una persona bastante superficial y materialista a simple vista. Sin embargo, me ha gustado que la autora no la ha dejado solo en eso y ha demostrado que, tal y como ocurría con Cal, las apariencias no lo dicen todo de una persona.

Por otra parte, me hubiese gustado conocer más a Matt, el hermano de Cal, y también a Tommy, el de Liv.

En definitiva... Una historia que promete ser romántica pero va mucho más allá. A través de las páginas de Todas las estrellas del cielo vamos conociendo en profundidad a unos personajes que, lejos de ser perfectos, se esfuerzan en convertirse en las mejores versiones de sí mismos. Amistad, familia y amor son los tres pilares fundamentales en los que se basa la novela y lo que la hacen tan especial, además de la pluma de la autora que con su sencillez consigue ganarse el corazón del lector.
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