La colina de Watership

Aunque según su contraportada este sea un clásico de la literatura contemporánea, yo no había escuchado nada sobre él hasta que me lo dejó mi vecino con la premisa de que se trataba de una historia de conejos.

Porque sí, los protagonistas de esta novela que podríamos clasificar como de aventuras son un puñado de conejos que decide huir de su madriguera tras la premonición de Quinto (uno de ellos) de que algo malo iba a suceder allí. Aunque los conejos son animales que se conforman con lo que tienen siempre y cuando puedan dormir seguros y comer su hierba y sus bolitas, Avellano confía en las sensaciones de Quinto y convence a otros pocos conejos para irse. No será fácil, la Owsla de la madriguera (algo así como la policía coneja) les persigue, pero como no son animales viajeros abandonan pronto la persecución.

El grupo viajará durante varios días pasando por diversas dificultades como tener que cruzar por un puente, la amenaza de los pájaros que podrían darles caza y, sobre todo, la de los humanos. de camino se encontrarán con una conejera bastante espléndida que gusta mucho a todos menos a Quinto, que también tiene un mal presentimiento. de hecho todos los conejos que viven allí, a pesar de su buen estado de salud, parecen estar tristes. Los hechos posteriores volverán a confirmar lo predicho, pero de ello se enterarán posteriormente, cuando se hayan asentado en la colina de Watership y tres integrantes de aquella conejera les encontrasen.

Parece que han encontrado dónde asentarse, pero aún les queda algo importante: encontrar hembras para su grupo. Eso les llevará a hacer una incursión en una granja cercana y otra en una conejera gigante llamada Efrafa que en realidad resulta ser un lugar temible por estar sometida al régimen autoritario de Vulneraria.

Una lectura sorprendente y amena, con el imaginario particular del mundo conejo, que me ha parecido bastante documentado en cuanto a sus rutinas y actitudes para tratarse de un libro de ficción.