Tras un inicio de trilogía con un ritmo pausado, en esta segunda entrega Abercrombie da rienda suelta a todo lo que se había estado reservando. Prácticamente no hay descanso: las diferentes tramas avanzan a golpe de espada, a ritmo de dura travesía a través de los parajes más inhóspitos, a base de esfuerzo y sufrimiento por parte de los distintos protagonistas. Un viaje tan duro siempre deja huella, tanto en el lector como en los personajes: los débiles deben aprender a hacerse duros, y los más implacables ven como, poco a poco, su coraza va dejando traslucir un poco de humanidad. Lo mejor de todo es tener la sensación que se han preparado las piezas para que la tercera parte no decaiga, y se atisba la promesa de más acción, aventura, batallas y magia. De los personajes, me quedo con Logen y Glokta, sobre todo del segundo me encantan sus pensamientos irónicos mientras se va desarrollando la historia. |