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Planilandia es una pequeña joya escrita en 1884 cuyo mayor valor es, precisamente, el hecho de haber sido escrito en la época en la que fue. Aunque al principio solo ves lo que en apariencia es un simple tratado de Geometría plana, poco a poco te va metiendo cucharadas soperas de realidad social, de filosofía, de crítica encubierta, con esta forma de narrar que luego imitaron otros como George Orwell con su rebelión en la granja. Te digo las cosas, pero no te las digo. Si tú lees coincidencias es porque tal vez el mundo esté plagado de paralelismos. Me ha gustado especialmente la segunda mitad, puesto que en la primera parte el libro se hace algo tedioso con esa descripción tan detallada del mundo de dos dimensiones y sus leyes físicas. Resulta sorprendente la capacidad del autor para llevarnos a su terreno, sobre todo cuando el cuadrado visita el mundo lineal e intenta convencer al rey de dicho mundo, pero luego se muestra reacio a ser convencido por la esfera cuando le dicen que existe un mundo. Tampoco dejas de ver alusiones al mito de la caverna, puesto que el propio protagonista será condenado a muerte si se atreve a revelar una realidad para él tan tangible como indemostrable. Curioso el trato que se da a las mujeres, que son simples líneas que se dedican a lo suyo, olvidadizas, temperamentales y peligrosas, o los triángulos isósceles, peligrosos e incorregibles. Un libro al que se le pueden hacer múltiples lecturas y que sin duda tendrá tantas interpretaciones como lectores. |
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