Tan tonta

Se ha descrito «Tan tonta» como una novela de fantasmas sin fantasmas y no puedo estar más de acuerdo. Tiene esa ambientación asfixiante, oscura, decadente; esa sensación de potencial peligro constante (una palabra en inglés que me encanta para describir este tipo de ambientes es «eerie» y me parece oportuno mencionarla dada la temática de la novela).

Gobierna una sensación de paranoia creciente y un aura que se va enturbiando y volviendo más y más amenazante. Y es ahí cuando la imaginación vuela, porque lo que te cuenta la protagonista con su propia voz está únicamente sustentado en lo que ella piensa que está pasando. Podría ser cierto o podría ser su imaginación. 

La característica principal de esta chica joven es que vive la vida como una espectadora, que se va encerrando más y más en su mente. Que está claro que se ve a sí misma y a lo que le ocurre de manera distorsionada, atrapada en un constante “y si…”, en expectativas y terrores, en infinitas situaciones hipotéticas que su mente genera como una máquina. Ella va hilando, tejiendo y, poco a poco, construyendo su propio mundo. Pero, ¿es cercano a la realidad? 

Se nos habla de d3presión, de desarraigo, de la sensación de estar perdida, de las barreras comunicativas y lo alienantes que son, sobre los tr4umas y cómo configuran nuestra percepción. Y es que nunca sabes lo que está pasando realmente ni a dónde va a ir a parar la novela, porque es profundamente ambiental. Por eso es importante lo que no se cuenta.

Como os comento en el carrusel, sí que es verdad que el final me dejó un poco fría, pero también considero que es de estas novelas que siembran una sensación tan creciente que son complicadas de terminar. 

Aún así me ha gustado mucho, sobre todo por esta ambientación tan conseguidísima y por cómo se lleva la psicología de la protagonista, lo palpable que es como personaje.