Santiago Quiñones, tira

Es una novela que me gustó mucho porque me pasea por Santiago, porque el lenguaje es directo y muy visual, porque hay unas escenas tan jocosas y tremendas que me recuerdan a las películas de Tarantino

El tira Quiñones trabaja en Santiago y es poco decir que lleva la vida dura. Es un policía bastante típico : solitario, reflexivo, dado a la bebida, ocasionalmente a la droga, a menudo al sexo sin amor. Es una personalidad compleja.

La novela empieza con una balacera de maleantes, sigue con el asesinato de un ex colega del tira Quiñones con toda la investigación rodeada de personajes y situaciones de todo pelaje, con un ritmo entre trepidante y reflexivo. Un acierto.

La historia tiene un vuelco después de la balacera porque Quiñones cruza en el camino a Ema, una hembra de glúteos magníficos bajo una falda gris y ajustada, una vendedora de seguros con muchas cuerdas en su arco. Aunque no será este detalle anatómico que lo deslumbrará. No, porque como buen hombre Quiñones es fetichista y lo que lo descoloca son…los dientes chuecos de Ema.

Desde que Quiñones cruza en su camino a la bamboleante Ema, la novela ahonda hacia un mundo oscuro hecho de drogas, estafas, corrupción. La vida de un tira ocurre al límite de lo legal.

Tenemos pocas descripciones físicas del personaje de Quiñones; pero extrapolando el éxito que tiene con las féminas, es probable que sea muy apuesto. Lo divertido es que el tira Quiñones se hace pipi en los pantalones cuando está en situación crítica, anomalía que lo pinta muy humano.

No es el caso contar la trama de una novela policial porque sería spoiling para una novela de solo 150 páginas que se lee de un tirón. Tengo que leer la segunda y premiada novela (Perro Muerto).
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