Zarpado y brutalmente sexual al inicio de sus cuentos, un escritor que se autoreferencia entre héroe, villano y exageradamente egocéntrico, que logra llevarte a los lugares más recónditos de los bajos instintos, buscando incomodar al lector, quien puede sentirse amenazado si no sabe de qué vienen los cuentos, y Sklar, por supuesto. Por último, dos de los mejores cuento que leí últimamente: Kékele y Las Manos, donde Sklar queda desnudo, y te desnuda para pasar desapercibido. |