Furtel 69

La novela inicia con un prólogo muy corto, apenas nos brinda información del contexto en el que transcurren los hechos, nos da lo mínimo indispensable para que tengamos una idea más o menos clara de cómo es la sociedad en la que viven los personajes que irán apareciendo en los siguientes capítulos. Finalizada la introducción, nos metemos de lleno en el primer capítulo que nos llama la atención por la simpleza y prolijidad narrativa. El conflicto aparece con la búsqueda de un supuesto criminal que acaba de fugarse de prisión, el "perro artero" quien es objeto de estudio del detective que aparece en la primera escena, de quien sabemos apenas su nombre y su apellido. La incontrolable lascivia empuja a este detective a una inesperada escena de sexo con una desconocida, cuyo beneplácito sólo es posible a través de un método extorsivo. Una vez acabado el encuentro, pasamos a la siguiente escena que no aporta nada al conflicto de la historia.

En el siguiente capítulo, nos topamos con los dos protagonistas principales (un coyote y una zorra) que se dirigen a un hotel fuera de lo común con el mismo nombre del libro. Es aquí donde empiezan a mencionarse otros personajes y descripciones de hechos anteriores que sirven para disipar las dudas. de nuevo, como si excitar al lector fuese el único fin, los protagonistas experimentan una escena de sexo que nadie esperaba ver. Como se trata de una pareja, se lo dejamos pasar. al menos tratándose de una pareja, la escena no es sólo sexo salvaje, sino que el autor le pone énfasis al amor que comparten los dos caninos.

La aparición del botones del hotel nos hace pensar en el típico protagonista afeminado de los fanfictions con temática yaoi: un pasivo sumiso que le gusta que lo maltraten otros machos. El uso de drogas ilegales hace que el coyote se junte al gato, y sin una buena justificación, sea arrastrado por petición del felino a una escena de sexo que nada aporta al hilo de la historia. La justificación del autor para esta situación fue poner a un empleado que se prostituye sólo por diversión, como si ser violado por extraños fuese divertido para alguien. Claro, salvo que estemos hablando de alguien con problemas mentales graves, ahí sí podría ser verosímil. Caso contrario, la situación sería irreal, absurda y/o desagradable.

Prácticamente, toda la historia se trata sobre un grupo de animales salaces que dialogan con otros animales salaces y tienen sexo entre sí. Retomamos lo del principio, el sexo es un elemento que abunda en toda la historia, en especial las emociones y sensaciones de los personajes durante el acto sexual. de sus sentimientos y afinidades se nos cuenta muy poco, casi nada. Lo que más desean los protagonistas no es enamorarse ni entablar lazos de amistad, sólo buscan satisfacción inmediata como si se tratara de un montón de adolescentes ávidos por aventuras alocadas y encuentros carnales.

La prosopografía y la topografía están presentes en casi todos los capítulos, a excepción de los últimos capítulos en los que la trama narrativa sufre una inesperada aceleración que cambia drásticamente el estilo de la novela, haciendo que parezca un microrrelato en el que los detalles son innecesarios y la tensión se centra en las acciones de los personajes. El autor especifica hasta los detalles más ínfimos de los genitales de sus personajes, incluyendo cómo lo hacen y cómo les gusta hacerlo.

Nos pareció llamativa la actitud del dueño del hotel al adoptar a las seis conejitas que ponían en riesgo su dignidad para ganarse la vida en la calle. La decisión del señor Wilson, que nos pareció muy sabia, les dio la posibilidad a esas jovenzuelas de acceder a una vida mejor. Pero al igual que Tobby, las conejas comparten su lascivia incontrolable con los huéspedes de hotel a cambio de nada. La historia de Lisa es interesante en cuanto a su postura respecto a la parte machista del mundo del cine y sus periodos de tormento para llegar a convertirse en una estrella de renombre. Ese relato que cuenta la hiena nos trajo recuerdos de la vida de la famosa actriz Sarah Chamoun (mejor conocida como Mia Kalhifa).

Después de pasar por los dieciséis capítulos picantes, nos dio la impresión de que todos los personajes son bisexuales porque no parece que les importe en lo más mínimo el intercambio de pareja y el goce mutuo. Nos resulta interesante que el autor creara una historia en la que la discriminación por orientación sexual brilla por su ausencia, como si fuese una historia proveniente del futuro (con amplia aceptación a la diversidad sexual). Aunque la frase de Tobby: "No hay nada más sabroso que tener sexo con otras especies" podría interpretarse como una forma de apología al bestialismo (algo que los antifurros siempre mencionan como forma de desprestigiar al fandom).

El final, pese a que es abierto porque es una novela dividida en dos partes, nos pareció inapropiado en varios sentidos. Una historia detallista que pone énfasis hasta en lo más insignificante, sufre un turbio giro narrativo que empuja hacia el desenlace, que por cierto, nos decepcionó bastante. El detective que había aparecido al principio, resultó ser un debilucho incapaz de hacerles frente a los protagonistas que pocos deseos tenían de pelear. Los últimos cuatro capítulos, que giran en torno a la aparición del detective y el asesinato de uno de los protagonistas (un vendedor de drogas ilegales), son ligeros y dejan de lado el erotismo para centrarse en el suspenso. Ni hablar del último capítulo que transcurre en un parpadeo, ni un sólo detalle nos ofrece del aeropuerto recientemente inaugurado. Todo pasa tan rápido que no podemos disfrutar la lectura. Creemos que el final del conflicto merece una mejor esquematización narrativa.

En cuanto a la parte gramatical, la historia posee pocos errores; en cuanto a la parte narrativa, ésta ofrece gran variedad de recursos literarios, frases idiomáticas, juegos de palabras, alusiones a series animadas (Power Rangers - Fuerza Salvaje, Beastars, Zootopia y Silverwing en el capítulo 16), comparaciones, etc. Más que una novela erótica, lo que se ve en la historia parece el guion de una película porno, de esas que ni sentido tienen, en las que los actores y las actrices tienen sexo con extraños sin más ni más. El vocabulario es bastante amplio, el uso de sinonimia se ve reflejado en todos los capítulos y el registro también varía; verbigracia, el dueño del hotel es muy respetuoso cuando dialoga con los clientes, mientras que los inquilinos son agresivos y vulgares. Hay una clara diferencia dialectal que se ve marcada por palabras propias del español de España (en el caso de Hugh) y las vulgaridades de Sudamérica que los demás protagonistas emplean para referirse al acto sexual y a los genitales. El uso de estilo directo mezclado con el estilo indirecto está bien usado. En síntesis, parece una obra del Marqués de Sade protagonizada por animales antropomorfos, escrita para un público furry.