El tercer ojo

Me ha pasado algo muy peculiar con este libro, a la par que inquietante. No suelo leer no-ficción, al menos no tan a menudo. di con esta autobiografía en un bookcrossing y cuando leí la sinopsis quedé encantada y con el hype a tope: vida de un lama tibetano, contada de su puño y letra, donde habla, aparentemente, de los secretos más guardados de esta sociedad tan hermética, y de la que, aún a día de hoy, poco se conoce, y en concreto, sobre lo que se cuece en los lamasterios. No investigué nada más, no me hizo falta, simplemente comencé a leer y viajar de la mano de su autor hasta que, casi llegando al final, inevitablemente tuve que preguntarle a Google sobre Lobsang Rampa. Me quedé helada, petrificada, pues este señor se consideró un fraude en su tiempo, pues ni siquiera fue tibetano ni nació en Tíbet.

“El tercer ojo” es la primera parte de la autobiografía de Tuesday Lobsang Rampa, seudónimo de Cyril Henry Hoskin, publicada en 1956. En ella, el autor afirma haber sido dotado de poderes de clarividencia, telepatía, entre otros, gracias a la abertura de un tercer ojo. Nos va contando toda su vida, desde su infancia viviendo con su familia, hasta su paso por el lamasterio y salida a China, tal y como supuestamente, estaba predicho.

La polémica se sirvió estrepitosamente. Pues no solamente no se llamaba Lobsang Rampa, sino que ni siquiera estuvo en Tíbet, ni nació allí. Fue un inglés de Plympton, Inglaterra, hijo de un fontanero. Aún habiendo salido a la luz esta información, y habiéndolo confirmado públicamente, se negó a considerar su manuscrito como ficción, convencido totalmente de la veracidad de lo que decía. Él afirmó ser la reencarnación de un lama tibetano llamado Tuesday Lobsang Rampa, a raíz de una caída que sufrió en su infancia, donde esta “alma” le transfirió todo el conocimiento, adueñándose de su cuerpo.

Algo que me llama mucho la atención y que no dejo de pensar, es que aún habiéndolo tachado de fantasioso, farsante, etc., por parte de lo más entendidos y estudiosos de esta cultura, no le echaron por tierra el concepto del tercer ojo, entre otra información sobre la cultura tibetana. Es más, el concepto del “tercer ojo” tiene muchos seguidores, y se han desarrollado muchas teorías a raíz de lo que planteó en su obra. Incluso en Rusia, hay un monumento a en su honor.

En definitiva, me resulta tan difícil creer que este señor no haya estado en Tíbet, por lo que cuenta y cómo lo cuenta. La narración es tan envolvente, con unas descripciones y reflexiones tan interesantes, con afirmaciones sobre esta cultura tan creíbles que al finalizarlo, me he quedado con el “y sí..”

Mentiría si dijera que no me decepcionó saber que es un personaje “ficticio”, me cayó como un cubo de agua fría. Pero qué duda cabe, ha sido un viaje espectacular, y es muy probable que siga leyendo su autobiografía, eso sí, desde otra mirada.


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