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Lo interesante que me parece la temática de la novela y la intriga por la que me vi envuelto los primeros capítulos, no se vio abastecida en el transcurso de los hechos. Demasiada y muy densa información, entre la que el relleno prima, acompañada por largos capítulos que no me instaron a leer más de dos al día. A pesar de todo, cabe destacar que la estructuración en ésta novela se hace presente, y los acontecimientos siguen su debido orden de manera tan correcta, que le aportan a la susodicha verosimilitud. El protagonista, Justin Quayle, es lo que considero que mejor elaborado está. Curioso pero prudente. Inocente pero despiadado. Realista pero inconformista. Chapó para Le Carré que ha sido capaz de elaborar un muy buen protagonista, a pesar de que no pueda decir lo mismo de los demás personajes. Algunos eran constantes y cumplían con su parte en la novela, pero otros por el contrario, aparecían en tres párrafos al inicio de la novela y al final adquirían un gran peso en la conclusión de la misma. El final me parece, al igual que el protagonista, de lo mejor de la novela. Es rotundo y firme, a mi parecer inesperado pero comprensible. Siempre está bien experimentar, por lo que no considero que ésta haya sido una mala lectura, pero sí que puedo afirmar que no soy afín hacia el estilo de escritura de John le Carré y que si ésta novela no me ha enganchado, dudo que otra de él lo haga. Aunque bueno, quizá en un futuro me anime a leer otra de sus novelas y mi perspectiva cambie, quién sabe. |
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