No vale el azor menos porque en vil nido siga; ni los ejemplos buenos porque judío los diga.
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No vale el azor menos porque en vil nido siga; ni los ejemplos buenos porque judío los diga.
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-Nunca te enorgullezcas de los frutos de tu inteligencia. Sólo eres dueño del esfuerzo que pusiste en su cultivo; de lo que logra, nada más eres un espectador.
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En él viven las voces que se dicen y las palabras que se escriben. No es ni de la tierra ni del viento. En él, la razón y el sentimiento se trenzan. No es de abajo ni de arriba. Está donde debe estar. Es como el eco que funde con nuevo hombre, en la altura del espíritu, las voces que se dicen y las voces que se callan.
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Como agua para chocolate