Animales hambrientas

𝘈𝘯𝘪𝘮𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘩𝘢𝘮𝘣𝘳𝘪𝘦𝘯𝘵𝘢𝘴 🤯

“Tengo cuarenta años, un amante al que le saco quince y una pesadilla recurrente. Mi vida se tambalea y no sé cómo apuntalar la ruina en que me he convertido. O sí, me temo.
Aunque los principios que me inculcaron me dicen que tengo que cuidar de la familia y demás, la rebelión se ha instalado en mi cabeza y fantaseo con la muerte de los míos, con la libertad que me otorgaría la ausencia de total responsabilidad. Soy un animal hambriento que utiliza el sexo para olvidar que mi marido vegeta, que mi hermana arrastra las secuelas de un ictus severo, y que yo, que nunca he querido ser madre, me veo obligada a ser el refugio de todos”

👉🏻En este año nuevo yo ya he tenido mi primera sorpresa literaria de hecho a veces no entiendo como hay libros que no se ven por aquí y que merece tanto la pena leer.

👉🏻La protagonista nos sumerge en un baño de realidad, en la vida pura y dura, sin adornos, sin lindezas, eso sí acompañado con un toque de humor que te sacará más de una sonrisa, es empezarlo y no poder parar de leer.

👉🏻Os va a durar un suspiro porque son poco más de cien páginas.

👉🏻Es un libro perfecto para salir de un bloqueo lector, o si queréis algo distendido.

🚨Hacedme caso!!

María nos propone un libro diferente para la inauguración del curso escolar del club de lectura de la librería. Me gusta lo distinto. Un ejemplar de menos de ciento cincuenta páginas, con una mujer de expresión desbordada y humo azul saliendo de su cabeza. En esta ocasión, yo estaba de REDES, y me perdí la reunión con la autora, también gijonesa. Algo que siempre se agradece. Siempre suma.

Animales hambrientas (Difácil, 2022), de Aida Sandoval es una novela actual, para aquellas lectoras, y lectores, que tengan hambre de historias. La protagonista, mujer de cuarenta años, ha regresado al barrio que la vio crecer, tras tener que vender su casa para sufragar los gastos derivados de la enfermedad de un marido que ya no la reconoce. La acompaña Tula, su perra, ya que ella, a diferencia de él, nunca quiso tener hijos. Mientras apaga la soledad con la compañía de Gabriel, un joven informático de veinticinco, a quien esconde entre sus sábanas, no vayan a descubrirlo los vecinos. La familia, formada por sus padres, su hermana y su sobrina, sobrelleva los golpes que la vida ha ido les dejando caer. Y el terapeuta escucha, confundiéndose la reflexión con la impostura, hasta que la máscara es tan pesada que no hay más remedio que dejarla ir.

Pero no todo son desgracias. La pasión, la vida, se abren camino como las flores que resquebrajan el asfalto y se asoman, buscando el sol. Siempre se puede hacer algo. Solo hay que querer jugar las cartas que tenemos en nuestra mano. Y salvarse a una misma del naufragio.
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