Seguimos con las aventuras de Sherlock y Watson, y seguimos con el estilo ágil y directo de Doyle. Esta vez el caso me ha gustado menos que el anterior, es como más plano, sin esa emoción de saber a dónde nos llevará todo. Lo bueno es que me gusta ver como Sherlock va hilando toda la información que tiene y analiza a los implicados para descubrir la verdad. Y me declaro fan absoluta de sus métodos poco ortodoxos para seguir las pistas. Eso sí, aquí al sir Arthur se le fue la mano metió un enamoramiento a primera vista que no era necesario. ¿Será que en la época el amor llegaba por los ojos? |