Fórcola Ediciones

No lo puedo evitar: me encantan los diarios. No sé si es por una cierta tendencia fisgona que no puedo remediar o porque verdaderamente es un género que disfruto por su sencillez y cercanía. Pero lo que sí sé y puedo confirmar cada vez que leo textos semejantes es que, si los autores/as consiguen convertir en literatura la sustancia misma de la vida, esto es a veces para mí tanto o más importante que su producción artística anterior.



Originalmente publicado en el periódico La Verdad durante 2019 y 2021, este diario pretendía ser el relato existente entre la costosa despedida de El dolor de los demás y la creación de una nueva novela. Pero irremediablemente, entre medias, existieron otras muchas cosas: proyectos, clases, largas jornadas de escritura, resacas, la pandemia, amigos, familia y la incisiva segunda persona que nos espolea durante todo el camino.



No he podido evitar devorar este diario, pese a que hay una cierta tendencia a la repetición y a la rutina (¿qué vida no la tiene?), sobre todo en las entradas correspondientes a 2021. Aun así, me pregunto ¿hasta qué punto es “criticable” u “opinable” el modo en que están escritas o el modo en el que se transmiten las vivencias de otra persona? ¿Podemos analizar el tejido humano con las mismas herramientas que analizamos el tejido literario?



Es cierto que es un libro que disfrutarás en mayor medida si conoces al autor y el contexto social y literario de la Región de Murcia; pero es también una buena oportunidad de acercarte al universo de Hernández, a las lecturas que le acompañan y a su proceso de creación.



El resto… no es ni más ni menos que la vida, la sucesión de los días, la lucha continua entre el tiempo que ya no es pero que sigue existiendo en la hendidura de la palabra y el tiempo por venir, que en su máxima incertidumbre es lo único que nos queda.
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