Mujeres de ojos grandes de Ángeles Mastretta
--No te asustes-- le dijo--. Ella me dio permiso. Sabía que me hará bien tener un poco de su aroma en la caja donde están las cenizas de los demás. Siempre que puedo me llevo un poco de los seres a los que seguiré queriendo después de muerta, y lo mezclo con los anteriores. Ella me regaló la caja de marquetería donde los guardo a todos. Cuando yo me muera, me pondrán ahí adentro y me confundiré con ellos. Después, que nos entierren o nos echen a volar, pero juntos." (Pág.99).
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