Por si las voces vuelven de Ángel Martín
No tengo ni idea de cómo funciona lo de charlar con un psicólogo, así que, si lo que os cuento a continuación es exactamente como se hacen estas cosas, prometo tragarme mis emociones y espero que el karma me abofetee en algún momento por haber pensado que ese tipo era claramente un gilipollas. El caso es que en la segunda cita nos sentamos frente a frente, me hizo dos o tres preguntas y, durante la respuesta a una de ellas, algo se me removió por dentro y tuve uno de esos ratos en los que notas cómo te rompes un poco por dentro mientras el tipo me miraba fijamente. Cuando terminé de hablar, sus palabras exactas fueron: —Vale. Se te ha acabado el tiempo. Nos vemos la semana que viene. Son x euros. Os juro por mi vida que no hubo un solo gesto ni una sola palabra entremedias de aquel «Vale. Se te ha acabado el tiempo. Nos vemos la semana que viene. Son x euros» que mostrase ni el más mínimo rastro de sentir un poco de empatía, aunque fuese falsa. Nada. Fue la misma sensación que podrías tener al contarle algo a una puerta. |