El lejano murmullo de la felicidad de Álvaro Sánchez-Elvira
Y se me ocurrió que esa horrible presentación era un trance más por el que pasar, una etapa más del viaje que terminaría, si tenía suerte, con mi libro medio olvidado en la estantería de una biblioteca de cualquier barrio, esperando para ser rescatado una vez cada cinco años por esa persona que justamente lo necesita para sobrevivir.
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