Química imparable de Zelá Brambillé
Si no hay nadie a tu alrededor que se quede el tiempo suficiente para marcar la diferencia, entonces estás solo, tanto que la soledad cobra vida y se convierte en una compañera, en una amiga, en alguien fiel que nunca se irá. Aunque suene ridículo y no tenga sentido, con la soledad puedes llorar, puedes gritar. Es seguro porque no te va a reprochar, a juzgar, a contestar; solo escucha y ya. Está ahí, suspendida en el aire, como si fuera tu sombra, es escalofriante y acogedora. No te deja otra opción más que refugiarte en ella.
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