Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
No tengas miedo. El diablo es un caballero y cuida a sus semejantes.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
No tengas miedo. El diablo es un caballero y cuida a sus semejantes.
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La carta de William Somerset Maugham
El deber de un abogado es convencer al tribunal de que las pruebas presentadas no justifican un veredicto de culpabilidad; cualquier opinión personal que pueda tener sobre la culpabilidad o la inocencia de su cliente carece de toda relevancia.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
Al contemplar los árboles frutales en flor y los primeros brotes de los álamos, con aquel vivo color que tanto contrastaba con el gris perenne de los olivos, la había invadido un sosiego que no esperaba volver a sentir.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
Los hombres me hacen la corte desde que tenía dieciséis años. Sean como sean, viejos o jóvenes, feos o apuestos, siempre parecen creer que si una existe es simple y llanamente para satisfacer sus apetitos.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
Cariño, para esto está la vida... Para arriesgarse.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
- Cuando me casé contigo, sabía que eras egoísta y malcriada pero te amaba. - Me casé contigo aunque no te quería, pero tú lo sabías. ¿No tienes tú tanta culpa como yo? |
El velo pintado de William Somerset Maugham
Supongo que tienes razón: fuimos tontos al buscar, en el otro, cualidades que jamás había tenido.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
A veces, el viaje más largo es la distancia entre dos personas.
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La carta de William Somerset Maugham
La carta debía de tener una explicación sencilla y sin duda Leslie podría ofrecerla de inmediato, pero, por el amor de Dios, qué necesaria era esa explicación.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
Que yo sepa,solo dispongo de esta vida.Yme gusta tremendamente.Me encuentro en la afortunada posición de poder vivir por vivir.¡Qué tonto sería si no aprovechara al máximo mis oportunidades!Me gustan las mujeres y, por extraño que parezca,yo también les gusto a ellas.Soy joven y sé que la juventud no es eterna.¿Por qué no iba a divertirme todo lo posible mientras esté en mi mano?.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
"Tal vez hubiera algo en aquella suave brisa toscana que la afectaba hasta el punto de que incluso las sensaciones físicas tenían cierta espiritualidad"
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El velo pintado de William Somerset Maugham
Los mandamases no quieren subalternos inteligentes, porque a los hombres inteligentes se les ocurren ideas, y las ideas traen problemas, sino que quieren individuos con encanto y tacto, de esos que nunca meten la pata.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
Nunca había albergado semejante alegría en su corazón, y se le antojó que su cuerpo era un mero envoltorio que yacía a sus pies, y que ella era puro espíritu. Ante ella se encontraba la Belleza. La aceptó del mismo modo que el creyente acepta en la boca la oblea que es Dios.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
—Quiero que sea niña porque quiero educarla de manera que no cometa los mismos errores que yo. Cuando pienso en la niña que fui me aborrezco, pero nunca tuve opción. Voy a criar a mi hija para que sea libre y sepa valerse por sí misma. No voy a traer una criatura al mundo y a quererla y educarla sólo para que un hombre sienta tales deseos de acostarse con ella que esté dispuesto a ofrecerle cama y comida durante el resto de su vida.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
Una nubecilla de humo que se esfumaba en el aire, eso era la vida del hombre.
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El velo pintado de William Somerset Maugham
...al despuntar el día, Kitty vio, o más bien adivinó, una escena de hermosura tan arrebatadora que por un breve rato la angustia de su corazón remitió y toda tribulación humana se redujo a la insignificancia. El sol salió, disipando la niebla, y Kitty divisó el camino, que discurría sinuoso hasta donde alcanzaba la vista, entre arrozales, por encima de un riachuelo, a través del paisaje ondulado; el camino que debían seguir. Los errores, las locuras, los reveses que había sufrido, quizá nada de eso había sucedido en vano si ella era capaz de seguir el camino que ahora atisbaba ante sí, no el sendero del que le había hablado el bromista de Waddington, que no llevaba a ninguna parte, sino el camino por el que las queridas monjas del convento avanzaban humildemente, el camino que conducía a la paz.
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Una villa en Florencia de William Somerset Maugham
El espectáculo que se abrió ante sus ojos, con el valle bañado por la luz de la luna llena bajo la inmensidad del cielo despejado, era tan hermoso que le encogió el corazón con una punzada de dolor
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El velo pintado de William Somerset Maugham
Ya sabes, mi querida hija, que uno no puede encontrar la paz en el trabajo o en el placer, en el mundo o en un convento, sino solo en el alma.
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Lolita...