Cuentos sobrenaturales de Walter Scott
—Madre —le dijo el desgraciado joven—, me has quitado la vida. Eso es algo a lo que tienes derecho porque tú me la diste, ¡pero no toques mi honor! Lo he recibido de una valiente línea de ancestros, y no ha de ser mancillado ni por los actos de los hombres ni por las palabras de las mujeres.
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