Dersu Uzala de Vladimir Arseniev
En el curso de nuestra cena, arrojé a la hoguera un trozo de esta carne. El gold se dio cuenta y se apresuró a retirarla del fuego y ponerla de lado. - ¿Por qué tiras la carne al fuego?- me preguntó, en tono descontento-. ¿Cómo puede quemársela sin motivo? Nosotros partiremos mañana y otros hombres vendrán aquí y querrán comer. Pero la carne hechada al fuego se habrá perdido, - Pero ¿quién va a venir por aquí?- le pregunté a mi vez. - ¡Bueno quien, sea!- exclamó muy asombrado -. Vendrá una ratita, un tejón, o una corneja; a falta de cornejas, un ratoncillo o, en fin, una hormiga. La taiga pulula de hombres. Esta vez me di cuenta de que Dersu pensaba no solamente en seres humanos sino también en animales, e incluso en bestezuelas tan diminutas como las hormigas. Amando la taiga y todo lo que la poblaba, cuidaba de ella tanto como podía. |