Genio y tinta de Virginia Woolf
A veces he soñado, tan solo soñado, que el día del Juicio Final, cuando lleguen los grandes conquistadores, los grandes legisladores, los grandes hombres de Estado para recibir sus recompensas-sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados para siempre en el mármol imperecedero- el Todopoderoso, al vernos llegar a nosotros con nuestros libros bajo el brazo, se volverá hacia Pedro y, no sin cierta envidia, le dirá: «Mira, estos no necesitan recompensa. Aquí no tenemos nada que darles. Han amado la lectura.
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