Nadie en esta tierra de Víctor del Árbol Romero
Clara movió la cabeza incrédula. Tanto tiempo después, y él seguía sin querer entenderlo. No había huido, nunca fue su intención. Sólo pretendía llamar su atención, lanzarle un grito de auxilio, castigarle antes de poder perdonarle. Pero él hizo lo mismo que hacía siempre. Esconder la cabeza en su agujero.
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