El lenguaje es una fuente de malos entendidos de Víctor Roura
Ofelio se llevó a Esopo y ahí comenzó el prodigio verbal del fabulista. Su fama se extendió por toda Grecia. No había nadie que pudiera vencerlo en inteligencia. Su fealdad era disminuida ante su poderosa imaginación. El trompetero de la Geranomaquia, como vilmente había aseverado Ofelio, se convirtió en la sinfonía del raciocinio. Las palabras nada tenían que ver con su cuerpo, el argumento de su voz retumbaba en los oídos miserables de los que posponían las palabras en beneficio de sus radiantes físicos.
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