Nuestra Señora de París de Victor Hugo
No me he arrastrado durante tanto tiempo ni he clavado las uñas en la tierra a través de las interminables ramificaciones de la caverna, sin percibir, delante de mí, allá lejos, al fondo mismo de la oscura galería una luz, una llama, algo, sin duda el reflejo del deslumbrante laboratorio central en donde los pacientes y los sabios han encontrado a Dios.
|